Para la comunión de mi ahijada el enólogo de una gran bodega jumillana me

Para la comunión de mi ahijada el enólogo de una gran bodega jumillana me regaló una botella de 9 litros de su crianza. La primera cagada fue que puse la botella en el asiento trasero del coche y al bajar a mi garaje se escurrió hacia delante, al verlo puse la mano entre la botella y el asiento delantero y me machacó un dedo de la mano (no roto pero casi).
Bien, llevé la botella a casa de mis padres en Catagena y al llegar se la enseñé a todos los amigos de mi padre que se quedaron alucinados. Pues cuando llegué a la puerta de la casa, me bajé y fui a coger la botella Salmanazar, en este caso de pié entre el asiento trasero y el respaldo delantero. No me convenció cogerla desde mi lado y cerré la puerta trasera para cogerla desde el otro lado. Al moverse el coche por cerrar la puerta, la botella se movió no se como, se tumbó y al caer hacia el lado cayó justo en la esquina de pasta del cenicero. La botella se partió en dos, justo donde el cuello se une con el cuerpo, y 9 litros de vino inundaron el suelo del asiento trasero de mi honda.
Cuando fui a lavar el coche con mi hermano la cara que se le quedó al lavacoches fue un verdadero poema. Si en el camino nos llega a parar la policía no sabíamos que decirle. Estuve una semana con las ventanillas del coche abajo.
Por suerte le comuniqué el suceso a mi amigo y me regaló otra botella igual, eso si, esta vez dentro de una caja de madera.
En la comunión fue un éxito, por cierto, mi coche se quedó en la cochera para el evento.