Hace cinco años de mi visita, fue penoso, y veo que sigue igual. Suelo ir a Vigo un par de veces al año, y el pasado octubre, sin el llenazo del verano o diciembre, me gustó que los demás restaurantes tenían gente y allí solo una pareja en la terraza. El dueño me invitaba a entrar y me sonreí para mis adentros, "te reíste de mí una vez, pero dos, no".