Muy interesante reflexión con la que estoy muy de acuerdo. Me fastidia mucho que la crianza en roble sea demasiado evidente en un vino, sobretodo blancos y espumosos. Pero cuando las cosas se hacen bien y esa madera es imperceptible pero ha hecho su trabajo nos encontramos con una mejora sensible del producto con todo lo que le aporta (complejidad, capacidad de envejecimiento...). Por cierto, vaya malas ideas que tiene el amigo Enrique... sobretodo ara los que estamos lejos y no podemos disfrutarlas ;-)
Saludos!
Ferran