Me ha encantado leerte Álvaro, como siempre y, aunque discrepe en tus generalización de la mediocridad de los rosé, ha sido un placer ver todos tus argumentos que, por otro lado, son irrefutables.
No obstante, convendrás conmigo que hay verdaderas joyas, no bebibles, no, joyas rosadas, Eugenio pone buenos ejemplos en su entrada. A mí interesa el champagne rosé no más que el "blanco", pero sí amplía el espectro y por tanto hace a Champange más grande y compleja.
Saludos
Dani