Yo estuve hace unos veinte días, y salí "casi" con la misma sensación que tú. Pero estaba de celebración y no quise amargarme por el patinazo. Sobre todo cuando es un sitio que por su extraña ubicación has de ir con un plus de ánimo. Me tranquiliza saber que se comía bien. Pero es la línea por la que tenemos que "tragar": el invento de los menús cerrados, fáciles de ejecutar y quizás más complejos en pensar. Parece la única forma que te estrellen. Cuando un sitio que haga una tortilla española y unas chuletas de palo o un cochinillo merezca los honores de la Guía Roja, me la compraré.