La verdad que es una composición preciosa, como la ensalada de anémonas. Este último plato nos lo dieron a probar como novedad en su día y con unas pinzas de dentista para comerlo, no veas la cara que puso Jerónimo cuando vio el instrumental de quirófano, jeje.
No probamos la mandala, a nosotros nos pusieron la ventresca de cordero y mollejas al humo de brasa de encina. Una genialidad más servida en una mini parrilla con su brasa de encina.
Saludos,
Eugenio.