En efecto, incluso con los Reservas (al menos los de verdad, no sólo los que pone "Reserva" en la etiqueta pero tienen poco de ello), sería necesario darles tiempo en copa o en decantador, disfrutarlos poco a poco y respetarlos como vinos de larga crianza en barrica y botella que son.
El sábado pude disfrutar de un Barón de Chirel Reserva 1994 estupendo y, éste sí, con mucho tiempo de oxigenación, evolución en copa y despliegue de virtudes tras 19 años de vida. Es lo menos que se merece el trabajo y el tiempo que lleva el que un buen vino de Reserva o Gran Reserva llegue a dar lo que puede dar a sus casi 20 años de vida.