Ay, qué peligrosas son las expectativas!!! Excelente relato, aunque sinceramente esperaba que me transmitiera otro estado de ánimo. Lástima esos fallos en el servicio. Imperdonables? Bueno, quizás en el mejor restaurante del mundo sí que lo sean. Pero bueno, eso también es un tema muy personal. Un abrazo,
Ferran