Mineral, sabroso y fresco; un vino muy maridable

De color granate. Muy cubierto, muy oscuro, casi negro en el centro. Por tanto, capa alta. Con ribete de irisaciones violáceas, mostrando hechuras de una juventud que permanece intacta, pese a que hablamos de un 2008. De lágrima abundante, ancha, tintada, muy tintada, cargada de glicerina en un lento discurrir por la copa. Todo guarda formas de un vino que "aparenta" madurez, concentración, cuerpo y volumen.

Muy buena intensidad aromática. Primer plano de fruta negra muy madura (arándanos y moras negras), envueltas en aromas de regaliz. Recuerdos de cueros, siempre de fondo, que aparecen cuando se abre la botella y continúan presentes en copa durante muchos minutos. Balsámicos de eucalipto. Una ligera nota de alcohol. Tostados de café. Notas de pimienta y nuez moscada. Muy mineral en su desarrollo, donde aparecen apuntes de suelos pizarrosos, con notas de sotobosque y turba (carbón vegetal). Con muchos minutos de evolución en copa, desaparece prácticamente el carácter reductor inicial (las notas de cueros) y el vino se vuelve mucho más pleno, franco, expresivo y amable. Un vino que tiene una "conversación" larga y compleja con quien lo bebe.

Boca sabrosa, intensa, con muy buena acidez y frescura. Con taninos que dotan de una importante estructura y de textura aterciopelada: ligeramente astringentes aún, pero de muy buena calidad. Sabores de frutas negras maduras, de regaliz, de aceituna negra, con ciertos apuntes tostados de café y ahumados. Un vino que discurre fluidamente, y en longitud, más que en amplitud, con un buen equilibrio de sabores, con frescura y viveza. Deja un final de muy buena longitud, con cierto regusto amargoso que aporta una dosis extra de viveza y lo hace, junto a la buena acidez, muy maridable.