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En 1985 nace esta colección tras cumplir 125 años la Bodega, donde la mejor producción de esta bodega y solo en grandes añadas, ve la luz. La mejor Tempranillo de sus parcelas Zarralagaiza, el Plano y el Caserío se cria durante 24 meses.

Evolucionando acorde a su vejez, muestra con elegancia un aspecto picota de medio cuerpo. La Nariz nos muestra un buen ejemplo de una evolución paciente, sosegada, mostrando una integridad absoluta entre fruta y madera. Los aromas de fruta cansada de evolucionar aparecen con buena carga denotando gran tipicidad, con frutos rojos muy maduros marcados por la calidez de la añada, acompañado por su fondo especiado -pimienta, clavo- y mineral. Las florituras las aporta las notas licorosas de cassis y los finos tostados dejando un final delicado de ahumados.
En boca resulta muy placentero, ágil, complejo con un paso de buena acidez -aún viva- y taninos maduros ligeramente dulces que el tiempo ha pulido para mostrar un final largo con postgusto muy complejo.

Este vino abre el debate -músculo contra elegancia- y demuestra el porqué no debemos dejar apartado y olvidarnos de los Grandes Reservas.