Comparado con el Real Vinícola Vintage 55 tomado hace poco, mucho más integrado, aún se nota más lo indómito de este vino… y no es una añada “buena”!

Rubí con tonos rojizos y capa media, lágrima abundante y densa.

Nariz que impresiona por su complejidad más que por su intensidad, aunque se muestra muy franca desde el principio, fresca incluso cuando aún asoman puntas alcohólicas que irán integrándose con más tiempo. Tono bastante frutal (ciruelas y fruta roja licorosa), notas de tabaco, chocolate negro, café…

En boca sorprende su gran equilibrio pese a su evidente corpulencia; potente, ligeramente alcohólico, con esa fruta licorosa bien presente pese a su edad, boca de gran definición y amplitud pese a que está en clara evolución aún. Final muy largo y elegantemente balsámico (after-eight).

Uno de esos vinos “míticos” con los que es difícil toparse; no se vislumbra la más mínima sombra de fatiga aún, aunque no será fácil volver a cruzarse con él.
Merece la pena sólo por la expectación que lo rodea cuando aparece la botella; ahora, el vino acompaña y es de altísima calidad (con un precio, eso sí, en consonancia).

Rojo rubí, ribete rojizo, capa media. Limpio.

Nariz de media intensidad y enorme complejidad, llena de finura y encanto. Todavía se nota un poco el alcohol pese a sus 50 años, aunque ya se va integrando poco a poco. Notas de frutas rojas en licor perfectamente definidas, granos de café, especias, tabaco de pipa. Con más aire surgen los balsámicos y los recuerdos minerales. Un vino en clara fase primaria, ¡todavía es un bebé!

En boca muestra su indudable clase, a pesar de su juventud todo está en su lugar y perfectamente equilibrado, formando un conjunto de una gran clase. Paso potente, con una buena acidez y un gran peso frutal, final largo y con amplitud quedando de nuevo los recuerdos frutales, especiados y minerales, notándose todavía un poco el alcohol aunque sin molestar en absoluto. Persistente.

Uno de esos vinos que teníamos muchas ganas de probar porque al fin y al cabo es el Porto Vintage más conocido y famoso, además con 50 años de edad para que fuera un vino maduro y teóricamente listo. Pues todavía está joven y primario, necesita de unos 30 años más para terminar por integrar registros y cuando lo haga será sin duda uno de los grandes vinos del mundo. Ahora casi lo es, desde luego. Lo malo es que estas botellas cotizan en 4 dígitos y será muy complicado volver a encontrarnos con otra. Un gran vino que responde al mito.