Destaca por sus aromas a especias thai y morunas y rastrojo quemado. Excelente el final donde explosiona el amargor y se abre con un postgusto de tostados y chocolates que armonizan con un postre de buen chocolate amargo. Un vino sabroso, largo, cambiante, donde la fruta negra aparece con fuerza, junto a toques de corteza de naranja y fruta escarchada.

Como curiosidad el 85% de la variedad monastrell es de tres añadas diferentes, el 10% es de la 2012, el 5% de la 2010 y el resto de la 2011.

Es de color rojo cereza de capa media con ribete granatoso.

En nariz le cuesta expresarse, en principio se muestra muy cerrado, es de los vinos con los que hay que tener mucha paciencia, de entrada aparecen aromas herbáceos y florales, tierra humeda que desaparece pronto, con la aireación se empieza a vislumbrar la fruta roja y los lácteos, a pesar de tanto tiempo de crianza no es molesta, esta muy bien ensamblada, ligeros toques de coco y vainilla.

En boca se expresa mejor, con buena acidez y buena frescura, es de los vinos que crecen en la boca, entra con ligereza pero conforme pasa por el paladar explota y se transforma, con buena fruta y otra vez la crianza en segundo plano, recuerdos balsámicos en un final medio.