Les perles de València. Ostras valencianas

Y ahora mejillones al vapor, que esto va de pitanza,

Lógicamente al ser Diciembre no son clòchinas, son mejillones gallegos, esos robustos, majestuosos y prepotentes bivalvos en contraprestación de las pequeñas, delicadas y caprichosas clòchinas del Mediterráneo que solo podemos saborear unos dos meses al año. Nosotros creemos que la clochina es más sabrosa que el mejillón pero en tamaño y presencia gana el gallego.
Pues limpiamos 2 Kg. de mejillones, quitándole todos los parásitos adheridos a sus valvas, antes con cuchillo hoy con scoth britte, limpiábamos de los restos de cuerda donde se sujetan y alimentan los mejillones y después de pasábamos al sencillo guiso.
En un puchero de porcelana grande, que al día siguiente iba a recibir todos los ingredientes del puchero se introducían los mejillones junto un chorritón de aceite de oliva, una pizca de pimiento colorao, medio limón partido, una guindilla sin cortar, unos granos de pimienta y todo ello al fuego,
Se cogía el puchero por las asas y se le imprimía un movimiento brusco en sentido circular y ascendente descendente y al poco, muy poco tiempo, los animalitos habían soltado sus jugos y nos presentaban su desnudez de un color cuasi carmesí. Si fueran clòchinas el color sería blanco nacarado.
Se volcaba en una hermosa fuente honda y a comer y con una de las valvas más hermosas y utilizándola como cuchara se acompañaba la pitanza acompañada con los jugos soltados.