Blog de Jordi Melendo

Personajes (I)

Irena Sendler
Después de la sección fija en este blog “Tomando una copa con…” hoy inauguro otra que prometo publicar habitualmente. Se titulará “Personajes” y el primero lo quiero dedicar a Irena Sendler, ese ángel, esa santa viviente que posiblemente conoceréis y si no es así, yo os hablaré de ella.

Irena Sendler nació el 15 de febrero de 1910 y actualmente vive sus más que bien merecidos 98 años y cabe desearle muchos más. También es conocida como "el ángel del gueto de Varsovia" y ha sido presentada como candidata para el Premio Nobel de la Paz por el Gobierno de Polonia. Irena Sendler es un héroe vivo y demostrado una fuerza, unas convicciones y unos valores extraordinarios frente al mal, esa lacra que todavía tienen algunos humanos. Se la denomina como
la madre de los niños del holocausto nazi. Irena salvó la vida de 2.500 niños del gueto de Varsovia. Ella dice que "La razón por la cual rescaté a los niños tiene su origen en mi hogar, en mi infancia. Fui educada en la creencia de que una persona necesitada debe ser ayudada de corazón, sin mirar su religión o su nacionalidad".

Enfermera del departamento de bienestar social de Varsovia, cuando Alemania invadió Polonia en 1939, Irena Sendler trabajó incansablemente para aliviar el dolor de miles de personas, tanto judías como católicas, proporcionado además comida a ancianos, huérfanos y pobres, a quienes entregaba dinero, ropa y medicinas. Lo de esta mujer es fuerte, cuando caminaba por las calles del gueto, llevaba un brazalete con la estrella de David, como signo de solidaridad y para no llamar la atención sobre sí misma. No tardo mucho tiempo en contactar con algunas familias a las que les ofreció sacar a sus hijos de ese maldito gueto, aunque les anticipó que no les podía dar garantías de éxito, le preguntaban: "¿Puedes prometerme que mi niño vivirá?". Según dice: ¿Qué podía prometer, cuando ni siquiera sabía si lograrían salir del gueto? La agonía de esos padres hizo que no tuvieran otra alternativa que confiar en Irena, antes que pensar que sus hijos serían conducidos a los campos de la muerte. Esta persona bendita salvó a 2.500 niños a los que llegó a registrar con nuevos nombres y nuevas identidades, aunque se las ingenió para que, si llegaban a sobrevivir, pudieran conocer su verdadera identidad, su historia personal y la de su familia.

Las nazis eran tan increíblemente “bestias” como inteligentes por lo que llegaron a conocer las actividades de Irena. El 20 de octubre de 1943, fue detenida por la Gestapo y llevada a la infame prisión de Pawiak donde fue brutalmente torturada. Se dice que en un colchón de paja encontró una imagen de Jesús Misericordioso en la que decía “Jesús, en vos confío”. Esa estampa la conservó siempre hasta el año 1979, momento en que se la entregó personalmente al Papa Juan Pablo II.

Irena Sendler soportó la tortura y se negó siempre a colaborar con sus torturadores para que no llegaran nunca a conocer la identidad de los niños ocultos. Le rompieron los pies y las piernas, pero no pudieron quebrar su voluntad. Fue sentenciada a muerte, pero poco antes de su ejecución, un soldado alemán le gritó que corriera. Al día siguiente vio que su nombre estaba en la lista de los que habían sido ejecutados e Irena continuó trabajando con una identidad falsa. Durante el Levantamiento de Varsovia, llegó a enterrar en su jardín en dos frascos de vidrio las listas con los nombres de “sus niños”, para que llegaran a las manos indicadas si se moría. Al finalizar la guerra ella misma los desenterró y entrego esas notas al doctor Adolfo Berman, el primer presidente del comité de salvamento de los judíos sobrevivientes. Los miserables nazis habían llevado la mayor parte de las familias a los fatídicos campos de concentración y los niños que no tenían una familia adoptiva fueron cuidados en diferentes orfanatos y poco a poco se les envió a Palestina.

En 1965 la organización Yad Vashem de Jerusalén le otorgó el título de Justa entre las Naciones y se la nombró ciudadana honoraria de Israel. En noviembre de 2003 el presidente de la República de Polonia, Aleksander Kwasniewski, le otorgó la más alta distinción civil de este país: La Orden del Águila Blanca. Ahora es candidata al Premio Nobel de la Paz.

De mi cuvée de champagne tengo pocas botellas que ofrecer como obsequio. Al Príncipe de Asturias se la mandaré tal como le prometí en una conversación mantenida no hace mucho tiempo. Al Papa Benedicto XVI se la entregaré en mano el próximo miércoles en el Vaticano. A estas dos personalidades uno a esta anciana “santa”. Me ha costado conseguir la dirección del asilo donde vive y esta misma semana le mando una botella con una tarjeta que contiene una pequeña nota: “Gracias Irena por ser tan grande”.

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