El Alma del Vino

Contino graciano 2001.



Si hay un enólogo de actualidad en La Rioja ese es Jesús Madrazo, un entusiasta de la calidad transformada en saber llegar al gusto del consumidor sin demasiados aspavientos. Sus productos vienen muy marcados por la añada a la que corresponden, y cierto es que no siempre logran transmitir las mismas sensaciones. Pero cuando el producto es bueno, los fuegos artificiales, las serpentinas y el confetti surgen desde nuestros corazones como prueba testimonial de alborozo.
A mi modesto entender es Contino una de las bodegas de Rioja que mejor sabe envejecer los vinos en la actualidad.
Es el caso de este monovarietal 2001 de Graciano, a mi juicio uno de los productos estrella de Contino. Fermentación maloláctica, con 14 meses de crianza en barricas nuevas francesas y húngaras. Sólo se elabora cuando la cosecha de graciano es excelente.
Es la segunda vez que lo pruebo, anteriormente lo hice con un 2005 y el resultado fue soberbio.
En este caso, la botella dejó paso a un vino de color rojo picota con reflejos morados. Nariz muy completa y compleja. De esas veces que merece la pena aproximar y alejar, remover y volver a la carga al menos un par de veces. Comienza con un estruendo de fruta y flores. Encuentro frambuesas y moras, desarrollando una colección de pétalos húmedos de rosa y lavanda. Agito la copa y regreso, a los aromas anteriores se unen tostados pasteleros, especiados con recuerdo a vainilla y canela y una nota final que recorre los regalices y el café azucarado. Inmenso en nariz. En boca, resulta con una entrada potente, que va recorriendo la lengua hasta alcanzar la condición de sabroso, pulposo. Muy elegante, eso sí. Se muestra algo aterciopelado, pero no disimula su condición de vino con corazón de caballero andante, nada de remilgos borgoñones. Tiene frescura y un balance ejemplar. Equilibrado hasta el diez de nota. Persistente. Su evolución en botella, al tratarse de un 2001, ha sido sensacional. Pese a lo que pueda pensarse a priori no resulta demasiado ácido, al menos no como para mencionar esa característica. El equilibrio de acidez está muy logrado. El final desarrolla un postgusto con notas claras de moras maduras, café y canela.
No sólo lo valoro como recomendable, lo defino como insuperable.
Necesario para cualquier entusiasta catador de vinos.
Grandioso.
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"La comida es la parte material de la alimentación; el vino, la parte espiritual" (Alejandro Dumas).

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