Transcurridos más de dos años desde la anterior cata el vino sigue vivo, con esa nariz ya descrita anteriormente pero quizá más conjuntada, toda esa paleta aromática unida en una nariz deliciosa y elegante donde también han crecido ligeramente las notas oxidativas.
En boca sigue siendo una delicia, seda pura, algo más dulce por perder algo de acidez, adictivo y casi eterno.
Una vez más sorprendido por la evolución de estos vinos y en particular por esta gran casa que ofrece excelentes productos a precios asequibles.
Color amarillo dorado, color propio de sus años de evolución.
La nariz es intensa, compleja, notas oxidativas dan paso a sensaciones muy frescas, de nuevo cítricos, pomelo, mandarina, naranja, acompañados de dulzura, membrillo, flor blanca, minerales y esa golosidad elegante que acompaña a estos vinos.
En boca tiene una entrada sedosa, untuosa, enorme acidez que equilibra el dulzor, complejo, llena la boca de sensaciones, acidez, dulzor y su suma nos llevan a un final muy largo tras el que parece que vuelves a beber.
Delicioso vino para acompañar quesos potentes, postres e incluso dulces aunque lo he disfrutado mucho a solas, como copa que además se puede alargar con sus 8 grados.
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