Estuvo mejor.

Después de beberme más de 30 botellas yo mismo me sorprendo de que no he colgado ninguna cata de este vino. Vino encerrado en una botella de diseño, más parecida a una bordelesa que a una borgoñona y vestido con una etiqueta de diseño moderno y en la que predomina el color rojo y el blanco. El corcho es correcto y se mantiene bién, eso si, en la zona de contacto con el vino está impregnado de color y tiene sedimentos de bitartratos pegados al mismo.
A la vista se manifiesta con un color rojo picota y con leves notas teja. Buena lágrima que se desliza perezosamente por la copa. Capa media y el menisco rubí y con incipientes notas teja. Limpio y brillante.
En nariz, ha perdido sus características frutas negras y rojas frescas. Las mantiene pero más atenuadas, muy leves notas de vainilla y cacaos. Frutas negras maduras y pasas.
En boca es elegante, aterciopelado, levemente alcohólico, con volumen, ha perdido la carnosidad que le caracteriza y ha ganado en complejidad, con ligera fruta madura, taninos domados, notas de pimienta negra. Todavía mantiene acidez; agüantará algunos años más pero ya no sería el Cero. Grato paso de boca. Es un vino muy largo. Me da una permanencia de 2,45 minutos.

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar