Ambarino oscuro, reflejos yodados.
Con buena intensidad en nariz nos da la sensación de estar un poco “roto”, con una volátil un tanto marcada y unos terciarios que no terminan por estar integrados, dando la sensación de ser una botella cansada. Con el aire da notas de maderas viejas, desván, torrefactos y ahumados, pero poco más.
En boca está algo mejor, hay acidez y se bebe muy bien ya que está balanceado, con notas de frutas maduras y miel, dejando recuerdos especiados y de frutas pasas en el final, con una buena persistencia. Muy redondito y sin dejar un largo recuerdo.
Es curioso, pero el más joven de los 4 moscateles viejísimos de Fonseca que catamos hace unos días fue precisamente el más flojito, el más cansando, y eso que nuestra botella estaba mejor que la otra que se abrió, lo cual hace pensar que esta añada no es la que mejor ha evolucionado. Interesante en cualquier caso.