Un año más nos encontramos ante la máxima expresión del tempranillo

Rojo picota, ribete rubí, capa media-alta.
Nariz con intensidad, hondura y expresividad, que gana constantemente en copa. Muestra a partes iguales expresión varietal y de terruño, ese viñedo plantado en 1945 que Juan Carlos cuida como a un hijo. Joven y primario pero con una personalidad arrolladora, frutas rojas y negras, especias, cacao, regalices, balsámicos, todo ello sobre un precioso fondo de trazas minerales y terrosas. Complejo y sutil.
En boca es une delicia pese a su juventud, tiene un precioso armazón que la hará vivir muchos años, con una acidez muy bien integrada y un paso por boca limpio, redondo y lleno de elegancia. Final armónico donde muestra de nuevo su gama frutal y mineral con un tanino fino, todavía algo anguloso pero nada que arregle un descanso. Persistente.
Un año más, Viña el Pisón nos demuestra que es, bajo nuestro punto de vista, la máxima expresión del tempranillo riojano alavés, un vino lleno de finuras, equilibrado, pura expresión de un viñedo muy especial. Nos ha gustado algo más que 2009, quizá menos definido en fruta pero más profundo. Lo malo el precio, uno 150 euros (fuera de la compra en avance), pero…aquí hay grandeza. Mucha grandeza.

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