Excelente blanco.

Casi siete meses después ya ni me acordaba de este vinazo.
Esta botella ha sido muy especial en todos los sentidos, por celebraciones con familiares muy cercanos y por tenerla abierta durante cuatro días y no dar signos de cansancio, solo hubo cambios a veces espectaculares.
Comienza el primer día siendo un vino un poco anódino, con su diversidad frutal y con sus cítricos dulzones, la boca idem de lo mismo, muy poco expresiva y casi insípida.
El segundo día mejora un poco en los dos aspectos, o sea en el aromático y gustativo.
El tercer día es la explosión, al aumento de variedades y expresividad frutal, se unen los tostados, mantequilla y toques de pasteleria, para mi una maravilla, y en boca la complejidad y el equilibrio aumentan de forma casi escandalosa, llegando a componer un conjunto que me hace suponer que es el mejor vino blanco que he probado de Portugal.
El cuarto día todo vuelve a ser como el tercero, ni tan grande ni tan pequeño, un excelente vino, pero que le faltan centimetros para ser un gigante.
Gracias Luis Duarte, como enólogo fenomenal, como persona con respecto a dar servicio a los aficionados, me reservo la opinión.

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