Un vino que expresa un exquisito diálogo enólogo/viñedo...

Un vino que tuve la ocasión de catar y disfrutar en su añada 2004, y que nunca debería haber perdido su pista. Las sensaciones hace años se perfilaban como un vino a descubrir, un vino repleto de terroir y con toda la expresión de una parcela expresiva y una viticultura ejemplar. En esta ocasión la cata ha sido sobre la añada 2007, un vino procedente de 5,94 Ha de viñedo, donde José Miguel Ugena Martinez ha perfilado el trabajo enológico en respetar la expresividad del viñedo, mediante una elaboración a partir del perfecto diálogo enólogo/viñedo, un entendimiento a veces difícil de alcanzar.

La cata nos sugirió que estamos ante un vino que se expresa muy bien con la aireación, evolucionando en copa, lo cual me lleva a recomendar su decantación, además por la carga residual.

Un vino frutal en aromas en nariz y boca. Visual cereza-picota profundo con buena tintada y glicérica. Inicialmente nos enseña aromas secundarios (yogourth de moras y puntitas lácteas), que la oxigenación nos enseña un exquisito aroma de chocolate blanco que se va fundiendo entre fruta negra (ciruela, moras e higos) madura, bien compensado su peso por su acidez. En boca muy frutal, goloso en su ataque, presentando su faceta más divertida, sincero y muy plácido en su recorrido, con unos taninos que juegan con nuestro paladar, con sensaciones de matorral en su final, y regaliz en retronasal, resultando graso en su conjunto. Un vino que expresa su terroir y con buena evolución en botella.

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