Fresco y frutal

Primera toma de contacto con la bodega Allende y, por supuesto, comienzo desde abajo.

Viste un color rojo rubí apicotado bastante oscuro, de capa media y no excesivamente brillante. Lágrima medio densa, marcada finamente en copa.
A copa parada, se siente por un breve espacio de tiempo, la humedad del corcho (por cierto, en impecable estado) y la tierra húmeda.
Agitando, lo primero que aparecen son las frutas rojas maduras de manera decidida (más que la madera que se pueda presentar en nariz). Después, sí que ciertamente regresan las sensaciones de la Tempranillo y la Rioja clásica: especias, notas de tabaco y un regaliz muy débil en el fondo.
En boca resulta muy fresco. Sigue la fruta por encima de la madera. Un buen trago, sabroso que invitar a beber y repetir. Acidez media y un tanino dulce muy adiestrado y manso a estas alturas. Frutal como en nariz, con un final de persistencia media y un retronasal especiado, suave.
Me ha parecido un buen vino riojano.
Pagados unos 14€.

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