En mi opinión este vino muestra una virtud y un defecto. Lo bueno, está en su finisima y genuina expresividad frutal mencía. Chuches, frutillos rojos, que en boca se transforman en una fructuosidad, elegante, intensa y a la vez fresca. Por otra parte, parece mostrar un exceso de maderas en este momento, de madera mojada, casi vieja que tapan en parte la fruta y no le permite alcanzar la excelencia en su bouquet. Quizás hace un par de años, estaba mejor.

Añado valoraciones generales. De color parece MUY entero, buen todo, muy limpio.
En cuanto a nariz, aromas minerales, marcados ahumados, fragante.
Se empieza ya a detectar la presencia de madera en nariz, que es más remarcada aún en boca. No sé si es la madera en si, el abuso de la misma, o simplemente que el vino no tiene la capacidad suficiente para aguantar esas crianzas. O quizás le falte MUCHA botella.
Bueno, no lo sé. El vino no parece hiper-estructurado (quizás al abrigo de las nuevas modas), y no sé hasta qué punto se vendrá arriba en el futuro.
La tanicidad ciertamente es un poco áspera.
El vino es ciertamente equilibrado y complejo. Algo a agradecer en el esquema de vinos actuales. Me gustó, la verdad, pero tratamos de describir algunas de sus facetas más marcadas.

Que rico vino de Bierzo.
Uno de los mejores exponentes de esta uva que he probado.
Color púrpura de capa altísima, con lágrima tintada.
Aroma complejísimo: mineral, a pizarra, que da paso a fruta negra (blueberry, zarzamora), acompañado de un sachet de especies.
En boca es muy sedoso a pesar del poco tiempo en botella. Balance entre acidez, alcohol, y fruta. Muy sabroso.