¡Qué elegancia!

Rojo rubí, ribetes ligeramente atejados, capa media-alta.

Nariz de media intensidad, compleja, con una enorme multitud de capas. Destaca por su importante gama de torrefactos, que van tornando poco a poco en unas frutas licorosas muy maduras, caramelo, ebanistería y mueble viejo, tabacos, animales y marroquinería. Con más aire nos muestra recuerdos de bombón belga, ligeros lácteos y de especias orientales. Nariz profunda y brutalmente elegante.

En boca es un vino equilibrado, fino, sostenido por su excelente acidez. De paso ligero pero con chicha, es largo y profundo en el final que nos deja sensaciones terrosas y especiadas, con un tanino fino y perfectamente integrado y un cierto toque amargoso en posgusto que invita a seguir bebiendo. Buena persistencia. Se puede decir que está un momento perfecto de consumo.

Nos encontramos ante un Riscal de la línea clásica, en una muy buena añada para la casa. Lo que destaca de este vino por encima de todo es su proverbial elegancia, que se encuentra siempre por encima de su potencia. Vino de gran clase, con todavía una cierta presencia frutal, que da gusto beber por su equilibrio en boca. Grandísimo vino.

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