Rueda de calidad.

La etiqueta, al igual que lo que encierra, está un escalón por arriba del otro verdejo de la casa.
Su color es de un pajizo que tira a verdoso y al que le acompaña un excelente brillo.
Muy potente de aromas y con un frescor de fruta blanca muy amplio, pera, manzana, melón... el dulzor que deja es el de la propia fruta en su máxima expresión.
En boca es igualmente fresco , de tacto graso, con un melón maduro que destaca sobre el resto, y es que me recuerda un poco al batido de frutas del desayuno de estas mañanas de verano. Algo herbáceo tras el trago, quizá la propia corteza del melón (y dale...), largo postgusto.

Buen despliegue frutal y buena tipicidad. Guardaré una de las botellas para el año que viene, después de un año suele estar mejor. Tomado con una de las comidas que más espitoso me pone, atún a la plancha.

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