Bobal con una excelente maduración
Visual, de color rojo picota, muy cubierto, de tonalidades intensas, con reflejos azulados. Muy oscuro, de capa muy alta, casi negro. Ribete violáceo. Lágrima abundante. Tinta la copa cuando se agita. Las mil y una caras de la juventud reflejadas en un vino.
Nariz que nos regala, a copa parada, una fruta roja rabiosa en primer plano, abundante y franca, con recuerdos muy nítidos de fresas en compota, maduras y frescas a la vez, envueltas por sugerentes lácteos de yogur que hacen en conjunto un juego de yogures de frutos rojos más que apetecible. Balsámicos refrescantes: mentolados que, por momentos, se funden con las notas minerales de mineral negro, frío y fresco. Cremas. Regalices. Muy buena intensidad. Tras agitar la copa, continua el predominio de la fruta roja golosa, con la suave pátina de la barrica en su justa medida, con notas de vainilla y crema. Algunos apuntes de herbáceos de monte mediterráneo. Caramelo de violetas en evolución. Maduro y fresco a la vez, frutal y balsámico. Muy bien conjuntado.
La boca destaca por su frutosidad. Fresco, sabroso. Goloso. Abundantes taninos, con una excelente maduración, dulces y carnosos y dotando de estructura al vino en su justa medida, aunque aún ligerísimamente desintegrados y con un leve toque astringente que, dada la enorme calidad madurativa que se aprecia en el vino, augura un futuro inmediato de gran redondez y finura. Ligeras notas amargosas muy apetecibles. Final de muy buena longitud con recuerdos frutales y especiados.
En definitiva, un excelente representante del buen hacer de la bobal, en un vino donde ha conseguido una maduración excelente y donde el toque justo de barrica no hace más que aplaudir las virtudes de esta gran uva valenciana. Un vino que en unos meses estará para no parar de beberlo.