¿Quién dijo que un buen champagne no envejece con clase?

Dorado intenso brillante, burbuja media y algo escasa.

Nariz de buena intensidad, compleja, elegante, sutil, madura. Es, para entendernos, como un viejo Tondonia blanco pero con burbujas. Notas de frutos secos, miel, frutas blancas maduras, piel de cítricos, ahumados, algún recuerdo vegetal, anisados, ligeros efluvios herbáceos. Muy elegante en nariz, de gran distinción, ha perdido en frescura y mineralidad, pero ha ganado en prestancia.

En boca en cambio sorprende por su tremenda frescura, ya que la acidez está ahí, presente y poderosa y no denota para nada el paso de los años. Esa es la verdadera chardonnay, la de los grandes viñedos como es Cramant. Final largo y delicioso, con toques finales de frutos secos y miel, además de un cierto tono ahumado. Buena persistencia y carbónico maravillosamente integrado. Una delicia.

Es una pena, pero cuando pruebas un vino de estos te das cuenta de lo pronto que consumimos los champagnes en muchas ocasiones. Este en concreto, casi 30 años después de la cosecha, está pletórico, mostrando un perfecto equilibrio entre las notas frescas y maduras. Poder probar un buen champagne con años es siempre una delicia y todavía puede conseguirse algo de esto por poco más de 50 euros. Experiencia más que recomendable.

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