Un vino que mira al Mediterráneo del que bebe su luminosidad blanca, con el amarillo del primer color que toma el limonar.
Limpio y brillante, las notas se reflejan con mayor atractivo en la temperatura adecuada(7ºC), con una impronta a cítricos, pera y vainilla; cremosidad en boca, con una entrada muy viva, en la que coinciden "bordes" de almendra amarga y la punta dulzona de una recogida en el momento óptimo.
Hecho para las tardes del verano, con un grado bajo de alcohol, y capaz de aguantar platos de marisco, paella y pescado. Pero, lo mejorcito de todo, su bebida sin más compañía que la tarde levantina y el olor a salitre de la mar cercana.
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