Botellas que envejecen formidablemente bien

Nuestra botella salió al mercado a principios de los 2000.
Dorado, luminoso, limpio y con una burbuja todavía con mucha vida: punzante, pequeña y que no se difumina.
La nariz es imponente; equilibrada y al mismo tiempo arrolladora, todo sigue un orden lógico y ningún aroma se antepone a otros. Detectamos una clara autólisis y sin embargo las notas primarias aparecen de una forma inequívoca. Rastro de cítricos, fruta de verano madura, agua de azahar, canela, brioche, toques fúngicos, barrica vieja, ahumados y un fondo salino.
Boca larga y ancha a partes iguales. Cada pieza compone un engranaje perfecto. Paso sedoso. La acidez y la madera están ahí, apoyando y encumbrando a este gran Champagne.
Final expresivo y con una pegada que dura y dura en el paladar.
Barroco, enjundioso, armónico, decadente... Sideral. Gracias, Henry.

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