Soriedad

Vista: Rojo picota oscuro, de capa alta y con el ribete estrecho diferenciado en tonos violeta. Limpio y brillante. Lagrima abundante, densa, gruesa y de caída lenta que tinta la copa.

Nariz: Con buena intensidad, fina y elegante, sutil y delicada, evocadora, con buena definición pero un poco corta de persistencia. Los primeros aromas que se perciben corresponden a frutos rojos maduros y dulzones, ensalzados por un punto alicorado y acompañados por un ligero matiz herbáceo de césped recién cortado. De fondo aparecen tostados, notas garrapiñadas y café.

Boca: Ataca con potencia, intensidad y mucho volumen. Pero no atosiga. Quiere que lo disfrutes. Sabe llenar la boca de forma placentera. El tacto es terroso pero muy noble. Viene de cara. No hay que buscarlo. Se entrega de inicio tal cual es. Con una estructura en la que hay que destacar unos taninos que te hablan de lo más profundo de las raíces. Carnosos, pletóricos, de los que hacen salivar de puro gusto. El recorrido es largo y se prolonga durante mucho rato. Reproduce fielmente la nariz, con la fruta dulzona en primer termino, bien secundada por la frescura y amargor de las notas herbáceas, y un postgusto rematado impecablemente por notas de almendras garrapiñadas y café. 

Este es un buen ejemplo de lo que califico como un vino serio. Sin filigranas, ni en el continente ni el contenido. Sobrio. Forjado en las tierras altas de Soria. Sin el glamour de los nacidos en la "milla de oro", pero de los que te apuras la botella sin darte cuenta.

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