Abro esta Pinot Noir de Borgoña el 18 de agosto, que me acabo de enterar es el día internacional de este tipo de uva (bueno, no sé es así en todo el mundo pero parece que al menos en EEUU y en Reino Unido sí lo celebran como tal). He probado varios Pinot americanos jóvenes en los últimos días y me apetece comprobar cómo contrastan con este de la cuna de dicha uva. Quizá no la cuna, pero sí donde se hacen los PN más reconocidos del mundo.

La nariz presenta media intensidad con aromas de fruta roja, ciruelas, especias dulces (canela, nuez moscada) piedra aplastada y tabaco. También monte bajo, hojarasca. Todo muy equilibrado y elegante. El segundo día curiosamente percibo más cerrados los aromas.

Entra en boca con cuerpo medio y pese a su juventud el tanino no está demasiado marcado, todo bien redondo incluso el alcohol que apenas destaca (pese a que no es bajo el grado: 14%). Mucha acidez todavía. Mineralidad notable y agradable, y persistencia media. Aquí, en boca, es donde el segundo día gana muchísimo: con el cuerpo más marcado y muy mineral y sabroso.

Como esperaba, es un vino para prestarle atención. No asalta los sentidos, pero está todo ahí. No es un vino muy extraído y la crianza (de la que no encuentro información por ninguna parte) ha debido ser moderada o al menos muy respetuosa porque no destaca ni en nariz ni en boca.

No es un Borgoña “de los caros” pero aún así creo que merece la pena darle al menos otro par de años a la siguiente botella. Mejorará.

Y respecto de su comparativa en RCP con los Pinot americanos debo decir que este Clos du Cellier en particular al menos empata con los que he probado más recientemente.