¿Barolo?, no ¿seguro?, segurísimo.

Pues eso, que me lo sacó el otro día decantado y a ciegas mi amigo Enrique y me pareció un Barolo viejo de manual. Con su acético, su alcohol, su monte bajo, sus toques balsámicos... Y nada, oye. Cierto es que soy malísimo catando sin ver la etiqueta y que tampoco soy experto en Bosconias con tantos años (de hecho esta ha sido la botella más antigua que he bebido). Por lo demás, todo de maravilla. Lo que más destacaría de este vino es su poderío: color oscuro que no se ha convertido en ese dichoso “barrillo” que acaba con la vida de los más ancianos, acidez, verticalidad, grado, carácter punzante y especiado, profundidad... Y lo mejor de todo, es que todavía no estaba dominado por los terciarios. Una pena que le diéramos matarile tan pronto porque iba creciendo mucho en copa.

Muy grande. Un privilegio haberlo tomado, pues casi no se encuentra en el mercado. Gracias, amigo.

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