Servido como segundo vino en la cata de diez añadas de este Borgoña

Servido como segundo vino en la cata de diez añadas de este Borgoña realizada en el Casino de Madrid. En nariz destacan inicialmente algo de notas animales y vegetales. La evolución posterior (no dio mucho tiempo para percibirla dada la velocidad de la cata) no le hace ganar mucho en complejidad. Habría sido muy interesante ver cómo evolucionaba con más aire. En boca es amplio, sabroso, con buena acidez pero deja un postgusto vegetal, algo herbáceo. Ahora no es un vino de placer. Fue el vino que me pareció más flojo de las diez añadas probadas. Según su elaborador, esas notas vegetales van a evolucionar, con años de botella, a un aroma de pétalos de rosas. No lo sé; de momento el vino no da un especial placer para el precio que cuesta (unos 340 euros).

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