Quiero destacar antes de comenzar a describir el vino que, si bien los descriptores pueden parecer comunes a los vinos de la zona y elaborados con la variedad Riesling, tanto sus formas como su fondo, son tremendamente personales y únicos. Sin duda he sentido una definición tan clara como natural, carente de artificio y basada en la verdad, aun que ello conlleve un riesgo y un problema.

Sus maneras son distintas, se significa, no se amplifica, es franco, perfumado y divertido, con un toque clásico, limpio y claro. Hay notas de hidrocarburos, entre goma caliente y el queroseno, suaves casi insinuantes. Toque medicinal, mineral, fragante, herbal, con un profundo aspecto floral, a miel y cera, terroir. La fruta vive en forma de pomelo y fruta de hueso, con tanto peso como personalidad.

La entrada en boca es fresca rica y algo brava. Paso sabroso te espabila gracias a una rica acidez que gusta y no pica, parece más elevada de lo que toca, pero quizás sea por la "falta" de un poco más de peso frutal, que sin embargo no está para nada ausente. Se bebe fácil se va un poco antes de tiempo dejando un recuerdo de mineralidad y naturalidad, un vino tenue pero largo. Tiempo al tiempo.

Lo que daría por tener, además de las notas y el vivo recuerdo, una copa de este vino y poder sentir, llorar y gozar, con Joe Barbieri y su tema I´m a Foll to Want You.