Fiel a su estilo

Picota oscuro, ribete rosa, capa alta, limpio y brillante. 

Nariz intensa y profunda. Fruta negra, nuez moscada, regaliz, apuntes balsámicos, piedras, madera nueva, tabaco, especias dulces y algún recuerdo lácteo. 

En boca es un vino que añada tras añada deja una personal impronta. Una de las cosas que siempre hacemos mal es que lo bebemos demasiado pronto, momento en el que prima la potencia sobre la complejidad. Aún así, siempre detectamos su gran materia prima y su extraordinaria regularidad:  ya sea una cosecha cálida, fría, lluviosa, seca… San Román siempre hace gala de  un carácter único que hace que huela y sepa a lo que es: el Toro que Mariano García quiere que sea, ni más ni menos.

Postgusto poderoso.

Me declaró admirador de este tinto.