La viura en su máxima expresión.

Cobrizo, borde tornando a caramelo, con irisaciones verdosas. Muestras de ligero depósito. Nariz inicialmente tímida, que al cabo de media hora se abre hacia notas de caramelo tostado, melocotón desecado, naranja confitada y flor de clavel marchito, con ciertos acetaldehídos que le confieren complejidad y volumen. En boca mantiene estructura cítrica, con tiza, cáscara de manzana reineta, azúcar caramelizado y palulú. Mantiene un enorme acidez aún que le da vida y augura mayor futuro. Un final muy largo y complejo. Lástima que esta botella daba signos de cansancio y de una incierta conservación, pero el vino en sus fases olfativa y gustativa estaba impecable. Ejemplo de los grandes blancos de este país, aún vivo y con personalidad tras 25 años.

Recomendado por 1 usuario

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar