Simplemente delicioso

Otro blanco viejo de Rioja y otro triunfo.

Reserva con casi 30 meses de crianza, mayoría de viura con aportes de malvasía y garnacha blanca.

Impresionante color oro viejo brillante con vivos reflejos anaranjados, muy limpio. Paleta cromática muy distinta a la habitual en otros vinos (Diamante, Monopole, Viña Soledad), predominando esos tonos más dorados que amarillos y naranjas (de ahí lo de El Dorado???)

Nariz muy compleja y de buena intensidad, evolucionó tremendamente durante la cata. De inicio, tonos amielados, corteza de naranja, incluso azafrán. A la media hora (y gracias al amigo Joaquín, el único que fue capaz de dejar un poco de este vino para ver su evolución) comprobamos que había cambiado a un impresionante olor a nata, en concreto, recordaba perfectamente un roscón de reyes relleno de nata.

En boca es muy sabroso, un punto cremoso incluso, perfecto balance golosidad-frescura gracias a su notable y fina acidez y a un sutil fondo cítrico que envuelve esas notas golosas (miel, mantequilla), apenas se deja ver la madera, con un final elegantísimo y muy largo.

Tiene cuerda para rato.

Este blanco es la demostración de cómo un vino complejo puede ser absolutamente delicioso. Así de sencillo (y así de complicado).
Repito mi “consejo”: si tienes la suerte de que uno de estos blancos viejos se cruce en tu camino, compra sin pensártelo dos veces. Incluso si el precio es alto, merece la pena pagarlo al menos una vez.

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