Sesenta o nove arrobas

Es un vino personal que en inicio confunde hay que dejarlo respirar y te muestra la piedra caliente, la fruta melosa de una buenísima madurez, en sazón, recuerda a una papilla de pera, hay un alcohol envolvente y de tacto dulce, hay hierbas frescas y secas, es de un aroma profundo y a la par fresco, singular, estas dentro de un manzanal.

La entrada en boca es seca, al instante surge la acidez viva, es quien sujeta y vertebra al vino, hay un rico punto salino y un alcohol envolvente, potente, vuelve el punto seco y el jugoso, cambia, se modifica, es un vino que te atrapa, te convence con su gusto frutal, con su sensibilidad y vida.

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