Destellos verdosos como el color del mar en Zahara de los Atunes, con brillo y limpidez al mismo tiempo. Nariz biológica, marina, con notas herbáceas y de helecho. Es delicada y firme, con un aroma de velo de flor joven, muy levemente punzante y aromas de matorral de marismas con sus característicos recuerdos salinos. En boca es un vino ligero, fresco, rápido, con un agradable toque vegetal en boca y un posgusto que invita a llenar otra vez el catavino. Es un fino de los que llamamos “ chico “ que se puede traducir por joven, de medias escalas y en donde cada trago te hace profundizar en el misterio de estos vinos biológicos y con el mayor “ Terroir “ del mundo. Hay vida en él, ya que con cada copa se respira un bello atardecer en la Bahía de Cádiz lleno de recuerdos infantiles.
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