Pues sí, aunque parezca un sinsentido, hoy confiaba en descorchar un champagne maduro, con algún matiz oxidativo e incluso apagado. No olvidemos que hablar de Fleury es hacerlo de un pequeño productor que trabaja con elaboraciones biodinámicas desde finales de los ochenta y como este millesimé tiene una vejez de catorce años mis expectativas eran otras.
Dorado intenso. Brillante, glicérico y con carbónico minúsculo.
Nariz apretada y primaria. Notas a hierba recién cortada, leves cítricos, anisados, mantequilla y mineralidad. Ni un atisbo de fatiga, es increíble lo bien que se conservan los aromas.
Lo mismo ocurre en boca. Posee acidez, lozanía, longitud y anchura. Entrada potente y voluminosa, burbuja nerviosa y pequeña. Los apuntes son similares a los descritos en la fase anterior.
Final largo.
Muy bueno, el tiempo no ha pasado por él.
El 96 es el mejor vino que ha hecho Morgane Fleury, una delicia que ya probé hace un par de años y que ahora estará en su momento, acuérdate de aquel soberbio 88 que llevamos a Coque. Son champagnes para tomar en copa ancha y airearlos bien.
Saludos,
Eugenio.
El otro día, este Fleury me gustó mucho pero jamás habría dicho que se trataba de un vino de catorce años y quizá fue culpa mía pues iba buscando otros registros.
El de Coque también lo disfruté, pero creo que quedó eclipsado por el Tarlant Saga. No es justo compararlos porque son champagnes diferentes, pero ese 94 es de lo mejor que he bebido nunca.
Un abrazo,
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