Segunda botella de este 2000, la anterior fue hace casi dos años y si aquella me gustó, ésta ha mejorado considerablemente.
Dorado de burbuja finísima.
Aunque está elaborado con mezcla de uva blanca y tinta, creo que la personalidad de la chardonnay se antepone a la de la pinot; detectamos flor blanca, sutiles cítricos, pan tostado, mantequilla, algún toque punzante y mineralidad.
Boca opulenta y distinguida. Carbónico liviano. Paso graso dotado de una gran acidez. Muy complejo, aunque esta vez tampoco he encontrado el carácter oxidativo.
Final largo.
Me ha encantado. Está evolucionando de maravilla y creo que aún le queda cuerda para rato.
Pues sí, aunque parezca un sinsentido, hoy confiaba en descorchar un champagne maduro, con algún matiz oxidativo e incluso apagado. No olvidemos que hablar de Fleury es hacerlo de un pequeño productor que trabaja con elaboraciones biodinámicas desde finales de los ochenta y como este millesimé tiene una vejez de catorce años mis expectativas eran otras.
Dorado intenso. Brillante, glicérico y con carbónico minúsculo.
Nariz apretada y primaria. Notas a hierba recién cortada, leves cítricos, anisados, mantequilla y mineralidad. Ni un atisbo de fatiga, es increíble lo bien que se conservan los aromas.
Lo mismo ocurre en boca. Posee acidez, lozanía, longitud y anchura. Entrada potente y voluminosa, burbuja nerviosa y pequeña. Los apuntes son similares a los descritos en la fase anterior.
Final largo.
Muy bueno, el tiempo no ha pasado por él.
Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.