Botella número 359 /617.
Pajizo algo apagado. Turbio, graso.
Ya en su descorche sabemos que estamos delante de uno de los buenos; flores blancas, cítricos, piel de manzana, heno, panadería, mantequilla, frutos secos y una inmensa mineralidad. Todo ello se muestra definido y bien acompasado.
Deliciosa entrada en boca, corpulenta y armada pero con una inigualable frescura. La madera está ahí, en su justa medida, aportando estructura pero sin restar lozanía. El paso es incisivo y marcado y el alcohol no sobresale. Magnífica acidez. Tonos primarios, brioche, humedad, notas lácteas y salinas.
Final largo y persistente.
Un vino que me ha dejado sorprendido. La mejor albillo que he probado hasta la fecha, (se supone que proviene de cepas muy viejas) y uno de los mejores blancos actuales que conozco dentro de nuestra geografía. Esta bodega, asesorada por la prestigiosa enóloga alsaciana Sophie Kuhn está haciendo las cosas muy bien. Su Phylos posee una extraordinaria relación calidad precio y el Mathis, algo más caro, representa la elegancia y para mí es todo un referente en Ribera del Duero.
Este DBS es puro terroir, pura profundidad y pura finura. Cuando lo bebes parece que estás chupando tierra y piedras. Un vino del que sentirse muy orgulloso.
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