Restaurante Pirineos en Valencia
Restaurante Pirineos
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
27,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
domingos
Nota de cata PRECIO MEDIO:
43 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.7
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
8.6
Comida COMIDA
8.0
Precio medio entorno ENTORNO
6.3
RCP CALIDAD-PRECIO
7.9
aperitivo
ensalada
flor de calabacin
clótxina
pulpo
mollejas
Berberechos
Tabla de queso
Rodaballo
Bacalao con trufa
Alcachofas con trufa
Mollejas
Ostra Guillardeau
Torrija con helado de horchata
Chuleta de mamet
Marinados caseros
Huevo con setas y trufa
Milhojas de foie con manzana y jamón ibérico
Caldo casero y buñuelo de bacalao
Detalle de la casa .
Torrija de horchata con helado de vainilla .
Milhojas de foie con manzana e iberico .
Opiniones de Pirineos
OPINIONES
30

Pasada la pandemia parece que este tsunami no ha afectado al local ni al personal ni a los clientes. Sigue Paco en forma en la sala y su mujer en la cocina; los proveedores mantienen su calidad y los clientes siguen llenando el local. El espacio interior sigue siendo pequeño pero algunos parabanes limitan los contactos, al menos los visuales pero quizás ahora estamos acostumbrados a notar más la cercanía de los demás. Un nuevo local con un poco más de espacio, haría de un lugar extraordinario y si además hubiera la opción de una pequeña terraza se convertiría en una joya perfecta, pero a ver quien se atreve a meterse en esos barcos con la que aún está cayendo; quizás si el viejo hospital de La Fe recuperar usos de todos sus espacios...

En los prolegómenos, y mientras acuden los siete comensales, unas cervezas y unas aceitunas y un buen Oloroso Lustau perfectamente servido.

No hay tampoco cambios (ni falta que hace) en la carta aunque es más bien la cocina de mercado del día en la que hay que fijarse y que te comentan a pie de mesa. La carta de vinos sí que hay que mirar porque hay mucho material y siguen siendo buenos precios; como nuestro grupo es amplio nos recomienda mejorar el tema de vinos con la versión magnum y de los comentados elegimos Pepe Mendoza Casa Agrícola magnum 2018, un buen coupage de las cepas de la parcela que incluyen algunas variantes locales que resultó muy interesante y que casi sobró; rellenado de copas durante toda la comida, sin apretar.

En la parte sólida nos quedamos solo con lo que nos propone con un buen servicio sin esperas:

. aperitivo de la casa individual: una degustación de gazpacho andaluz y una pequeña croqueta de bacalao. Gustosos y generosos.

. ensalada de tomate rosa con anchoas algas y rábanos: un mix de sabor de una buena verdura y un fondo de mar con las algas y anchoas tan sorprendente como bueno. Recomendable.

. flores de calabacín rellenas de queso: flores de buen tamaño y abundante relleno. No es un plato fácil, o lo amas o pasas.

. clótxinas: iniciando la época, aún faltas de tamaño y calidad.

. pulpo a la brasa con puré de patatas: no se sabe si está mejor el protagonista o la compañía; todo junto en un bocado es lo mejor. Recomendable.

. mollejas de ternera a la brasa: siempre tienden a estar demasiado hechas por lo que insistimos en que no se pasaran en exceso y casi se quedó corto el paso por el fuego. No me acaban de convencer como quedan, a pesar de buena calidad de producto.

Tras los entrantes compartidos hubo variedad den la elección de los principales: rodaballo, pata de cabrito al horno, chuletón de vaca madurada y algún otro siempre en alto nivel. En mi caso compartí:

. chuletón de vaca madurada: buena ración, perfecta de paso por el fuego aunque permitió acabar de hacerse en mesa y mantener su calor; acompañaron unas patatas fritas caseras loncheadas. Otros optaron por cabrito lechal al horno y otros por rodaballo todos referidos como buenos.

Para postre compartimos:

. mix de fruta pelada: kiwi, piña, mango, fresas, cerezas... Alguno en buena maduración y otros menos.

. trufas caseras: andaban un poco faltas de frío para tenerlas en la mano, pero con la ventaja que se apreciaban mejor sus aromas y sabor intenso de chocolate amargo. Recomendable.

. unas medias copas de esa mezcla que hace personalmente Paco, podíamos llamarle coupage de vino dulce de Paco, y que esta vez lleva 70% de mistela y un 30% repartido entre PX y palo cortado (las marcas solo las sabe él). Imprescindible conocer y disfrutar en compañía de unos pastelitos (hojaldritos) por cortesía de la casa; mientras la tertulia de la sobremesa, que ahora hacía demasiado tiempo que no nos veíamos.

  • aperitivo

    aperitivo

  • ensalada

    ensalada

  • flor de calabacin

    flor de calabacin

  • clótxina

    clótxina

  • pulpo

    pulpo

  • mollejas

    mollejas

Farem la crítica de la mateixa grandària que el lloc. Com han repetit ací, és xicotet, a penes 5 taules, un espai justet (per exemple els banys), però amb una decoració i il·luminació ben agradívola.

            Per a beure, un bon vi La Perdición, de Viver (multivarietal, del 2014, 12 mesos de bota), fi i aromàtic, com hem dit, realment bo. Aperitiu inicial de la casa de caldet i mandonguilla de llobarro. Entrants: dos ostres Guillardau, uns canelons de vedella i de cabrit i cap i pota d'abadejo. De segons, secret ibèric amb reducció de salsa Pedro Ximènez i Xulletó del Cantàbric. De postre Llet fregida i rostes d'orxata. Per acabar, dos cafès amb ron, a mig camí entre els cremaets i els cigalons. Tot de bon nivell. 

            Servei professional: agilitat, bon ritme de plats, recomanacions, explicacions amb escreix, amabilitat... Hi cal alguna cosa més? A València, en el sector hostaler, la professionalitat, per desgràcia, no hi és abundosa. Lloc notable i agraït.

 

Un local que ha quedado con una isla gastronómica en la zona tras la desaparición de la clientela local (hospital La Fe) y que ahora llena servicios a diario por la parroquia de clientes que su buen hacer lleva arrastrando desde hace años, convirtiendose en un lugar donde la calidad del producto, su bien hacer en cocina, acompañado de una variedad amplia de vinos a precios casi de bodega, con un trabajo de Paco y familia que todo lo facilita y todo lo hace agradable.

Su carta, basada en la calidad de la materia prima con un enfoque a temporada, con un planteamiento tan clásico como recomendable, de unos entrantes a compartir y un principal de carne (más opciones) y pescado; conviene dejar espacio para los postres que merecen la pena. Las raciones son amplias, el servicio rápido y tienes unas recomendaciones previas en la carta, con lo que se hace muy difícil elegir la primera vez y más difícil la segunda que no sabes que hacer si repites lo que te gustó o te vas a lo que te dejastes en el tintero, además Paco sabe aconsejarte y hasta hacerte elegir lo que no pensabas. 

Mesas amplias apretaditas con graciosas mesillas suplementarias para colocar el vino, cuyo servicio es el básico inicial pero cuyos precios te permiten elegir un nivel muy superior (por ello subiré la puntuación) y que en nuestro caso fue Victorino 2014 cuyo corpulencia e intensidad permitió llegar a final de la comida con una sola botella. Además tomamos agua con gas (vichy) y sin gas (no recuerdo), unas cervezas de presión al principio, mientras disfrutábamos de un muy buen pan y un buen aceite Belluga First. Tomamos todo compartido al centro más un aperitivo de la casa de entrada:

. crema de calabacín y un buñuelo de lubina: 2 buenos aperitivos

. rebollones (níscalos de Teruel) a la plancha: jugosos, gruesos, buen tamaño, con unos ajetes. Este año apunta a temporadon de setas.

. zamburiñas de tamaño medio, bien de plancha, jugosas, algo faltas de un ligero aliño. Correctas sin más.

. mollejas de ternera en brasa de piedra: buen tamaño hechas a la brasa pero lamentablemente se quedaron demasiado tiempo y a demasiada temperatura quedando secas en general con zonas quemadas. Una pena.

. jamón de bellota Atilano, de Guijuelo: extraordinario de sabor, corte manual y atemperado perfecto para que soltara su grasita en forma de ligero aceite. Sobresaliente.

. chuleton (x 3) de vaca vieja de Cantabria, al centro, casi deshuesado y fileteado: se nota carne curada hecha en perfecto punto, con su margen de grasa adecuado, se mantuvo bien de temperatura y .. casi sobró. Recomendabe.

. postre, solo para dos corredores de fondo. Recomendable la leche frita.

Unos cafés adecuados con unos bocaditos dulces por cortesía de la familia. Muy sabrosos.

Un lugar que es una joya escondida y que va a mejor conforme pasa el tiempo.

Un lugar que además de una buena materia prima, el vino tiene un aliciente importante y es que por el mismo costo te puedes tomar un mucho mejor vino ya que en su carta de vinos , además de buenas opciones tienes muy buenos precios; por ejemplo cava Tantum Ergo rosado a 22€.

Mesa redonda para 5 con ánimo de disfrutar del comercio y del bebercio. Bien presentada, amplia entre comensales pero justa de profundidad por estar en la esquina pero ¡qué gran invento la mesa redonda!.
Se ha decorado el techo con cajas de vino que cuelgan del mismo y anuncian las buenas opciones que están guardadas en la cámara.

Arrancamos con alguna cerveza, agua con gas y cocacola y una manzanilla de Lustanu perfectamente servida y mostrada en la mesa.
Un buen pan y una degustacion de aceites: Belluga First y Arribeta

Al centro a compartir:
. un entrante por cortesía de caldo de puchero para entonar temperatura gástrica; buen fondo. Acompaña una minitosta con paté y corteza de bacalao seco.
. ajoarriero de ajo negro con bacalao en abundancia. Recomendable.
. ostras Guillardeau, 2 pp: jugosas, carnosas y sabrosas.
. rebollones que inician temporada, no muy sabrosos, bien de plancha. La materia prima es la primera que hay y no es muy notable de momento, pero queda cumplido el capricho inicial.
. jamón: buena materia prima y bien de ración.
. mollejas de ternera a la brasa volcánica: se pasaron de fuego y se quedaron demasiado secas

Principales:
. chuletón de buey de más de 4 años (20.50€) x 2 con su compañia de patatas y pimientos fritos. Buena ración, buena carne, bien de plancha, servido sobre plato calentado para mantener temperatura.
. otro optó por la lubina salvaje: de las mejores que he probado últimamente., amplia ración con unas pocas verduras cocidas.
. solomillo de novillo a la brasa (20.50€) x 2 con papas caseras, tomates y espárragos plancha: buena pieza, carne sabrosa y perfecto punto de fuego.
Me hubiera quedado con cualquiera de las opciones que elegimos.

Postre:
. tocino de cielo de yemas camperas (3.77€) que el caramelo añadido se comió todo el sabor. Si ya está bueno y dulce ¿para qué poner caramelo líquido?.
. fruta pelada: lo esperado
. Frutos rojos del bosque, servidos en copa alta: buena opción de fruta.
. torrija de horchata y helado de caramelo (4.31€): buen postre y amplia ración.
. trufas caseras con punto de naranja: se nota cacao puro y en el fondo la naranja que le paorta acidez y frescura. Muy interesante.

Para beber y calculando que seguro 2 botellas, decidimos empezar por un espumoso para seguir con un tinto.
El primero fue un champagne poco conocido a un buen precio: Baron Fuemté de uva meunier 100%, que estaba un poco viejecito por lo que duró poco.
Para el tinto un valor seguro: Victorino 2011: Toro al poder. fantástico.

Cafés y por cortesía unos chupitos de orujo y de un elaboración propia: mezclar 50% de PX (poco intenso), 25% de mistela y 25% de palo cortado. Una mezcla para valientes. Muy curiosa y agradable aunque rebajaría la porción de mistela que se lleva al huerto a los demás.

No faltaron los acertados comentarios y buen hacer en sala de Paco, en ese punto de amable y correcto servicio tan difícil de equilibrar.

No me gusta meter dos comentarios sobre un mismo restaurante a no ser que haya cambios sustanciales y siempre y cuando haya pasado un tiempo prudencial.

Pero en este caso voy a saltarme la norma y, aunque hace algo más de un año de mi visita, creo que este restaurante se merece tener un comentario actualizado.

La actual ubicación de Pirineos lo deja solo ante el peligro. Con el traslado del hospital La Fe a su nueva ubicación, este referente de productos que lleva trabajando durante décadas de forma impecable, ha sobrevivido a la crisis, a la soledada, en una zona en la que a duras penas encuentras algo decente en el que hincar el diente, a los menús low cost que acaban ahogando la calidad de los restaurantes.

Sirva pues esta valoración como una declaración de firme propuesta de volver más a él, de señalar en el mapa este restaurante que jamás se apeó del tren que había decidido tomar, de reconocimiento a Paco y toda su familia que siguen trabajando duro en este local familiar que ya cuenta con la tercera generación en plantilla.

El restaurante mantiene su estética clásica, paredes forradas de madera, mobiliario cómodo, luz cálida y una atmósfera familiar, que te hace sentir como en casa. A remarcar en el entorno que el parking del antigua hospital se puede dejar el coche a un precio irrisorio, estuvimos como cuatro horas y pagamos algo más de 1€, así que no merece la pena dar vueltas para buscar sitio.

Empezamos el festival con unas ostras Guillardeau, como siempre, perfectas. Continuamos con unos berberechos de buen calibre y sabor, producto y más producto.
Alcachofas con trufa, y aquí es cuando Paco se pone a rallar trufa de Sarrión e inunda toda la sala con ese aroma...
Mollejas de ternera en su perfecto punto, un plato que me encantan y que aquí bordan.
Las chicas pidieron una chuleta de mamet y nosotros compartimos un rodaballo salvaje, preparado con aceite de oliva y pimentón, y un bacalao con aceite de trufa. Ambas preparaciones sencillas pero con un producto excepcional.

Acabamos con una tabla de quesos para poner punto y seguido, porque Paco se empeñó en que probáramos la leche frita con helado de turrón, que bien mereció "el esfuerzo".

Buena carta de vinos, extensa y con referencias interesantes. Empezamos con una manzanilla de Lustau, un Bolo y un Tres Picos. Acabamos la sobremesa con un Oremus Tokaji Aszú 3 Puttonyos 2009. Copas de calidad y excelente servicio y atención.

Hasta la próxima.

Con motivo de la cata de la Peña La Verema, acudimos a este restaurante del que había oído hablar hace mucho tiempo pero que aún no había visitado. Tal vez la ubicación no sea la mejor pero una vez entras en el restaurante poco importa lo que hay a tu alrededor.
Cenamos una mesa bastante amplia con un servicio esmerado, cercano y eficiente. ¿Qué más se puede pedir? Cocina de mercado con buen producto y escasas filigranas, que es lo que me habían contado de este restaurante, por lo que las expectativas estuvieron cubiertas.

Empezamos con un caldito casero, perfecto para una noche de invierno, y unos buñuelos de bacalao. Continuamos con unos marinados caseros de sardina y salmón, acompañados de unas berenjenas y pimiento rojo asado y unas piparras. Plato refrescante y rico, de lo que más me gustó de la noche, y punto extra para la cocinera que es la que se encarga de marinarlos. Pasamos al huevo con setas y trufa que se quedó en correcto... Es un espectáculo ver cómo te rallan la trufa en mesa, como mezclan el huevo y las setas pero... en la boca, la trufa no acaba de ser todo lo sabrosa y aromática que debiera. No es buen año para la trufa, por lo que tampoco quiero dilapidar el plato, pero tal vez las expectativas de la puesta en escena dilapidan este plato. Casi lo que más me gustó fue encontrarme con unos pequeños trozos de queso de cabra que, sin estar anunciados, daban al plato un punto riquísimo.
Milhojas de foie con manzana y jamón ibérico. todo un clásico, bastante bien ejecutado y buena textura del foie y la manzana.
Finalizamos con un chuleta de mamet, ternera gallega de 6 meses. El punto perfecto, aunque también es cierto que con el mamet es algo más fácil contentar a todo el mundo, pues el punto se alcanza con facilidad y no suele sangrar en el plato. Muy rico y una buena ración, además de una calidad excelente de la ternera.
Y de postre torrija con helado de horchata, postre en ciernes de convertirse en todo un clásico. En este caso la torrija no tiene ningún artificio, torrija casera de pan y huevo, como las de abuela y un original helado de horchata con un poco de canela que refresca el plato.

En materia de vinos el organizador de la cata se encargó de que lo pasáramos en grande... pero esto ya se contará en la crónica de la misma. No vi la carta de vinos del restaurante pero sí las copas de calidad y un servicio esmerado y atento que nos trató de forma cercana y amigable sin decaer en ningún momento su profesionalidad.
El precio del menú no incluye los vinos.

Local ya descrito y que no ha cambiado ni parece necesitar cambiar porque funciona después de desaparecer una gran fuente de clientes como era el antiguo hospital de La Fe y su entorno empresarial.
Aspecto de local con años y con Paco en la sala y su mujer en la cocina con un producto muy correcto y con pocas alegrías en la elaboración. Además tiene una importante bodega con precios adecuados y un buen tratamiento de este capítulo, aunque luego el servicio en mesa del vino sea dar a catar y al centro de la mesa más algún servicio esporádico al pasar a retirar o servir platos.

Aperitivos de la casa: un gazpacho muy básico y una navaja en escabeche buena sin más. Pan básico con tomate y repetir servicio sin problemas. Una cerveza de presión más un fino Tio Pepe básico pero bueno sirven de hacer tiempo para elegir la comida. En la comida aparte de una de agua sin gas, un tinto mallorquín interesante: 12 Volts.

Al centro entrantes para dos: 2 ostras Gillardau muy grandes pero poco sabrosas, aunque agradables se nota falta de sabor de mar. Mollejas a la brasa con demasiada parrilla que las dejó demasiado secas. Chipirones rellenos con salsa de cacahuetes bien de sabor (2 por personas de tamaño medio) pero poco interesante en conjunto pues no estaban bien ensamblados.

De platos principales: alubias con rabo de toro, bien según referencia, con bastante carne y punto de cocción; por mi parte chuleton de buey (vaca vieja) en buena ración, buen punto de la carne pero algo falta de potencia de sabor (debía ser poco vieja) con papas caseras y algún pimiento de Padron.
Postres: solo uno: trufas caseras: demasiado frías con lo que el chocolate estaba poco sabroso.
Dos cafés completaron la comida.

Por cortesía de la casa repetimos cafés y dos copitas de mistela de Enrique Mendoza (más otras medias copas a posteriori).

Sensación de un buen lugar de cocina de producto, aunque la crisis es posible que haya bajado un escalón de lo que antes era una clara referencia de carnes en Valencia. Si te ciñes al menú la relación precio/calidad mejora notablemente.

Primera visita a este restaurante clásico de Valencia , con trayectoria dilatada. Tenía interés en conocerlo por los comentarios anteriores de la pagina. Comida de trabajo en un local pequeño con decoración profusa de botellas de licor . Mesas amplias con aceptable separación de mesas y cristalería un punto superior a la mantelería, vajilla y cubertería.
Comimos a la carta , tomando como entrantes :
Ostras Gillardau : Tamaño enorme y sabor medio. Se echó de menos esa potencia propia de este tipo de ostras que hace que cada bocado sea como sumergirte en el mar.

Pulpo a la brasa : Correcto . Punto adecuado de cocción.

Chipirón relleno de salsa de cacahuete Muy bien descrito en el comentario de Fer por lo que me remito al mismo. Emho , las dos cosas por separado estaban mejor que cuando se juntaban.

Platos principales :

Se compartieron dos tipos de carnes : Mamet de ternera y Entrecot de buey . Ambas a la brasa , el punto mejor en el buey que en la primera. Sabor medio en las dos carnes. Se volvió a echar de menos potencia. Se acompañaban de patatas fritas y pimientos

Postre : Flan de naranja : Correcto
Trufas caseras : Excelentes . Lo mejor de la comida

Buen cafe. Pan siempre tostado con tomate.
Carta de vinos de buen nivel con buenos precios. Envinado de copas y dar a probar. Una botella no dio la talla y se cambio sin problemas. Se nota que es uno de los puintos fuertes del restaurante.

Servicio en sala muy cercano. Se trata a los clientes como amigos pero sin sobrepasarse en confianza. Te hace sentirte bien y eso siempre es positivo.

Creo que el gran activo del restaurante es su sala. El dueño tiene oficio , tablas y es capaz de lograr un buen ambiente para el comensal. Cocina sencilla sin buscar complicaciones .

No puntúo RPC porque no pague yo

Hacía tiempo que no estaba en este lugar, pero con motivo de una celebración aprovechamos para repetir.
Grupo de 6 y optamos por el menú (25euros).
Cortesía de la casa: caldo de cocido y hornazo salmantino. Además de olivas machacadas, que nos pusieron nada más sentarnos, al traernos la carta.
Entrantes: navajas, croquetas con salsa de guindilla, tosta almusafes, tosta de sardina con verduras confitadas, canelón de carne de buey...
Posteriormente a elegir entre merluza o chuletón a la brasa.
Durante toda la cena nos repusieron constantemente el pà amb tomaca y la bebida (vino y agua, perdí la cuenta de las botellas... pero nos lo incluyeron todo en el precio del menú).
De postre un helado de hierbabuena que sentó perfecto para comenzar la digestión.
Café/infusiones.
Más comida de la que pudimos, con un trato sensacional. Pensábamos que tanta generosidad multiplicaría la cuenta... pero nada de eso!! 27 euros por persona.

Enhorabuena, porque es de los mejores lugares en los que he estado últimamente.

Quedamos a comer en Pirineos un grupo habitual de compañeros de fatiga, previo permiso de las dichosas agendas, con la sana intención de ofrecernos un pequeño homenaje.

Local por el que habré podido pasar en multitud de ocasiones por la puerta sin percatarme de su existencia por la discreción del rótulo y entrada. Al traspasarla, un estrecho y corto camino te lleva a una sala única, de reducidas dimensiones, con mesas juntitas, ambiente sonoro y cierta penumbra. Desde luego el entorno aún siendo correcto no es de los que seduce visualmente, quizá porque optan por ofrecer otros encantos con los que hacerlo.

Disponen de Menú por 25 € muy completo tal como describe el compañero G-M tan acertadamente como de costumbre y que pude ver en la entrada. En esta ocasión pedimos a la carta, que por cierto no vimos, pues los organizadores conocían bien los platos de la casa.

Mesa reservada para seis. Amabilidad para acomodarnos. Algunos ya estaban esperando mientras tomaban unas cervezas Altura de Vuelo. En esta ocasión tomé un Vermouth Perucchi Rojo, nos obsequiaron con un Chupito de Caldo de Cocido y una Mini Tosta de Ajoarriero Negro elaborado con ajo negro de Las Pedroñeras muy fino aunque un pelín subido de sal.

Al centro a compartir:

Ostras Gillardeau. No puedo opinar pues no las probé, pero su tamaño y aspecto era impresionante, fueron tremendamente alabadas en la mesa. Estuve a punto de renunciar a mis antecedentes y probar una. Tentación.

Milhojas de Manzana, Jamón y Foie. Láminas de manzana reineta quizá, asada, alternada con capas de foie plancha algo caramelizado con sabrosos taquitos de jamón. Se podía acompañar de una puntita de membrillo en compota conformando un bocadito tremendo con el que deleitarse. El entrante.

Calamar Relleno. Calamar mediano tierno que albergaba un interior cremoso y trabado de una salsa de cacahuete y vino a la que le daba consistencia un desmenuzado de carne de cabritillo y las patitas del mismo calamar. Regada por encima con abundante salsa y trocitos de fruto seco. Oficio.

Mollejas de Ternera a la Brasa. Puede que un punto pasadas de brasa pero de gran textura y sabor. Fue el entrante que solicité buscando recordar las de hace unas semanas en Zamora. Melancolía.

Como principal, Solomillo de Novillo, pedido al punto, servido algo más. Buena carne, sabor intenso, se acompañaba de unas patatitas y unos trocitos de pimiento que no querían restar protagonismo al actor principal.
Pude probar la Chuleta de Buey, braseada de forma que consiguió el punto, tierna, mantecosa y por la que hubiese cambiado la elección. Ojo, no por defecto de la materia prima sino quizá por la ejecución de mi plato.

Degustación de postres:

Tocino de Cielo. Dulzor a tope. Clásico.
Bizcocho de Nueces Bañado en Chocolate. Tierno y esponjoso, retándose la nuez con el cacao. Equilibrio.
Flan de Naranja. Textura consistente con fondo de naranja amarga que nublaba el sentido. Personalidad.

El pan que acompañó la comida era rústico de gruesa corteza crujiente y miga esponjosa pasado por las brasas, con tomate, muy rico y servido a discreción.

Café Nespresso.

Para beber, agua y vino. Concretamente y por este orden, Astrales 2008 D.O. Ribera del Duero, Paixar 2004 D.O. Bierzo y Finca Terrerazo 2010 D.O. Protegida El Terrerazo. Con los postres, Tokaji Disznókó 2004 3 puttonyos.

Para la sobremesa, un GT de Nº 3 con Fentimans perfectamente preparado.

Servicio muy cercano pero sin inmiscuirse, amable, dispuesto, curtido y profesional en todos los sentidos. Menaje de corte clásico y correcto con buena cristalería.

En conclusión, empresa que destila vasta experiencia y profesionalidad, que ofrece un buen producto y que lo presenta en esencia, sin mucho adorno, sin tapujos que lo puedan relegar a un segundo plano aunque se permitan alguna discreta licencia. El sello que ofrecen, conjugando familiaridad con tablas y conocimiento, busca y probablemente encuentra la fidelización del cliente. Es palpable que les funciona la fórmula, me comentan que generalmente llena y aunque es pequeño, hacer pleno casi a diario en estos momentos, en los que nuestros destinos dicen que son dirigidos desde el otro lado de los Pirineos, es para celebrarlo. Desde luego, son capaces de hacerte sentir muy a gusto durante unas horas aquí, a este lado de los Pirineos.

No puedo valorar RCP pues en esta ocasión fuí invitado.

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