¿Formación? ¡Formación!

Tiempo ha que no visitábamos esta agradable masía de las afueras de Bétera.

La vegetación ha crecido, se ha hecho el paisaje como más “natural”, los elementos decorativos muy en consonancia con el entorno.

Se está bien, muy a gusto. Y está lleno. Gente más arreglada de lo habitual en el litoral levantino y más teniendo en cuenta que nos encontramos en pleno periodo estival, me sorprendió esta circunstancia.

Tomamos, cuento lo de los dos:

Guacamole.
Picada criolla (yuca, plátano frito y empanadas de maíz).
Urta a la plancha.
Kefta de cordero lechal.
Sorbete de sandía.
Tarta tatin.

Cenamos moderadamente bien: casero el guacamole (un poco-mucho subidito de cilantro y lima, a mí me encantó así pero no al resto, casi me comí yo la ración); las picadas criollas discretas (la yuca, deliciosa, el plátano y la empanada un tanto gomosas); la urta -un pescado salvaje tipo dorada- pasado totalmente de punto, una pena, pues la calidad del género merecía otra suerte; el kefta, sabrosísimo, muy rico de verdad, un plato muy completo y equilibrado; los postres, correctos.

Bebimos una copita de fino y una botella de Lalama 2010, fresco, atlántico, entró de miedo.

Es en el servicio donde tengo queja, y no de su interés, ni mucho menos, pero sí de su poca pericia. Excepto el jefe de sala -una persona que respira oficio por todos sus poros- el resto del personal que nos atendió tiene mucho todavía que aprender. Y hombre, si fuera un local nuevo, emergente… pues “tira que te va”, pero la Masía Romaní, con lo bregado que está después de tantos años… yo creo que no se lo puede permitir.

-Preguntamos por qué vino blanco tenían para tomar una copa y ni idea, pasaron tres por ahí (de efectivos nada que objetar, no racanean, camareros haylos) y ninguno daba razones. Al final las dieron, nos dijeron la "marca" preguntamos que variedad o zona... Ni idea de nuevo, y aquí ya no investigaron más.

-"¿Y tenéis fino-manzanilla o similar?" "Pues no sé, espere a ver…"

-Con posterioridad, nos sirven el vino tinto (copas Riedle, las cosas como son) con un drop-stop y, ante mi sorpresa, deja la botella en la mesa, retira el drop-stop y cuando se iba con él en la mano le pregunto: ”¿Por qué te llevas el drop-stop? No lo entiendo". "Pues me lo llevo, lo lavo y sirvo a la siguiente mesa" ¿¿¿??? A la vista de mi cara de póker me dijo muy amablemente que si quería que me lo dejaba. "No, gracias, muy amable, no".

-Estábamos terminando el cordero y por dos veces nos quisieron retirar el plato antes de acabarlo. "¿Han terminado ya?"... "¡NO!" ¿Pero qué prisas tienen me pregunto yo, si no doblan mesas?.

-Y ya, “la rematadera”, como decimos en Aragón: aún no habíamos terminado el dichoso cordero (debemos ser muy "tardos") quedaba casi media botella de vino, en las copas había también vino, faltaba el postre… ¡y nos pregunta que si podían retirar ya el vino! ¿Pero oiga, eto qué é lo que é?

-Y "pa postre" nos sacan la cuenta en una caja-libro antiguo preciosa, le doy la tarjeta, me cobra, abre la caja y me da la cuenta, el ticket y la tarjeta en la mano, ahí, tó junto.. ¡y se lleva la cajita! ¿Pero por qué no dejas todo en la cajita, dejas que lo recojamos con tranquilidad, nos levantemos y nos vayamos?... ¿Querrán lavarla y llevarla a otra mesa como el drop-stop? Y por otro lado... ¿dónde dejo yo la propina?.

Evidentemente, no dejé.

Mal, mal. Y ya digo, gente maja y educada, pero…

¿Formación? ¡Formación!

  1. #41

    Fer B.

    Vale, me lo apunto para ir un día con una bolsa llena de diacepanes y ponerlos a prueba con nuestra low-speed habitual en la mesa, je, je!

    No lo soporto, lo de las prisas no lo soporto.

    Un abrazo!

  2. #42

    G-M.

    en respuesta a Fer B.
    Ver mensaje de Fer B.

    Yo creo que fue algo puntual, un cúmulo de circunstancias, he estado en varias ocasiones y nunca me ha pasado eso ni por asomo.

    Ya no sé si eran prisas o ganas de currar, exceso de celo... No sé Fer. Pero desde luego no sobraba el Diazepam, no.

    Abrazotes

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