Restaurante Origen Clandestino en Valencia
Restaurante Origen Clandestino
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:
Vino por copas:
Precio desde:
27,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Nunca
Nota de cata PRECIO MEDIO:
45 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.6
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.4
Comida COMIDA
8.7
Precio medio entorno ENTORNO
5.7
RCP CALIDAD-PRECIO
8.1
Lulo, phisalys y cava Sòlid con pimienta sansho
Piña colada
De cabo a rabo
Ceviche de rape con tamarindo y patacón de plátano macho
Ceviche de quisquillas
Preceviche
Ostras con pulpa de la fruta de la pasión
Erizo con crema de tuétano y maíz a la brasa
Opiniones de Origen Clandestino
OPINIONES
14

Claudicó la idea de mesa única, borrada de un plumazo la coctelería y carta de vinos más amplia. Estas son las principales novedades que encontramos en la última visita a Paraíso Travel. Valencia impone y obliga. Ahora, en la pequeña sala, flanquedas por las dos barras: la fría y la caliente, se sitúan varias mesas altas con taburetes un pelín incómodos. Cierto ambiente tabernario. 

Dos cervezas de presión bien tiradas (2,50€) y la comanda, repitiendo platos que gustaron: croquetas de pollo con curry rojo (2,5€/ud), empanada de rabo de vaca (3,1€/ud) y ceviche cartagenero (6,8€/ud). No me extenderé pues están comentados en mi anterior valoración y sigo teniendo la misma opinión. Excelente el ceviche en cuestión. 

Y las novedades:

- Vieira con una crema de maíz ahumado y tuétano (3,90€). La crema es un escándalo, la untuosidad y el sabor del tuétano disuelto es una cucharada para seguir y seguir sin parar. La vieira no aporta ningún sabor al plato, solo algo de textura. Este plato lo realizan habitualmente con erizo, en vez de vieira, según comentaron. Desafortunadamente no tenían, por que debe ser una fiesta añadirle ese sabor. 

- Mejillones escabechados con una salsa de ají amarillo y cilantro (10,70€). Se presentan desnudos en el centro del plato, sin concha. Tienen un toque de calor (y humo) en horno de brasa. Integra perfectamente el ácido, picante, dulce, frescura... Gustaron mucho. 

- Merengue con gorgonzola y nueces de pecan (7,50€). Postre poco dulce pero, en mi opinión, prescindible. 

 

La verdad es que salí encantado. Estos platos de 4-5 bocados que prepara Junior son una explosión de sabor que ataca por todos los flancos. Merece la pena. 

 

Primera visita a la mesa de Junior Franco, situada en el mismo local donde estaba Origen Clandestino, ahora denominado Paraíso Travel, taberna latina, según reza el cartel. El local se distribuye en una mesa alta única central con capacidad para 12 comensales y 2 pequeñas barras accesorias una con vistas a la calle y otra a la cocina de 2-3 personas. La cocina se encuentra dividida en una parte de cocina fría situada en un extremo del local y otra "caliente" en lo que era la antigua cocina y la mencionada mesa, al medio. Gran énfasis en la cocketelería situada en un extremo de la cocina fría. Proponen una carta y un menú degustación (49€ con 5 platos y 2 cócketeles) al que el personal de sala te dirige. Elegimos el menú degustación por ser la primera vez, pero la próxima visita iremos a la carta. 

  • Correcta la ostra valenciana con granizado de mango y alga codium. 
  • Muy golosa la empanada de rabo toro. Un buen guiso de rabo de toro cuasi fluido en el interior de una empanadilla hecha con maíz fresco y fermentado en la propia casa según dijeron. Sinceramente muy rica, para comerse un carro aunque tiene buen tamaño. 
  • Añadimos unas croquetas de pollo al curry rojo (2,5€ ud). Muy buenas. Contenido prácticamente líquido y sabroso.
  • Excelente el ceviche cartagenero de gamba. Servido sobre patacón de plátano a modo de tosta y para comer con la mano. Según refiere el personal de sala el ceviche en Cartagena de Indias se sirve con ketchup (!), aquí lo sustituyen por un agua de tomate que elaboran ellos, por cierto, deliciosa y mucho menos invasiva imagino. Muy bueno, solo por este plato ya merece la pena la visita. Junto con el anterior lo mejor de la noche. 
  • Desacertado, EMHO, el rape con tamarindo y papada a la brasa. Se presentan dos porciones del pescado en una parte del plato y la papada loncheada (gruesa) en el otro, para ir alternando o a la vez. Bueno el pescado y bien de punto, pero la papada así presentada da una sensación poco agradable. Quizás un pequeño velo encima del pescado sería suficiente. 
  • Buena la rubia gallega loncheada, bien de punto. Excelente la guarnición, unos tallarines hechos con apio que le aportan una textura interesante y una salsa con foie. Buen plato.
  • Acertada la tarta de arequipe y plátano. Una versión de la tarta banoffe aunque muy moderado su nivel de dulce. Bien.

En el apartado de beber, los dos cócketeles que se propusieron fueron una interesente versión del mojito con fino de Jerez y un ligero pisco-sour. Ambos servidos en vasos largos y grandes, y que ya vienen reducidos con soda para no caer desplomado allí mismo. Entiendo la propuesta de la cocketelería para marcar un diferencial y ofrecer un atractivo más al local.  De entrada, se agradece la moderación en el contenido de azúcar de los cócketeles, y la introducción de ingredientes como el vino de Jerez, pero en mi caso por ejemplo, se me hace cuesta arriba mantener una cena a base de cócketeles. El servicio perfecto durante toda la cena. 

La sensación final de la visita es buena, volveré para volver a tomar los platos que gustaron y probar otras cosas interesantes que había por la carta (p. ej. una versión del chilli crab). En resumen, una cocina interesante y que se disfruta, en una propuesta de local (muy) arriesgada para Valencia y que se sale de lo clásico (mesa única, cócketeles, etc.).

Así es como pasa a llamarse lo que siempre será ORIGEN CLANDESTINO, en su nueva etapa .Decidí cenar junto con mi fiel gatita , en la pre - presentación , puesto que todavía no han inaugurado. Así que , si os dais prisa , podéis experimentar lo que se siente cenando en un local que todavía está haciendo pruebas ... eso si, hasta el jueves 6 de julio , donde se convierte en el nuevo proyecto de Junior.
Solo voy a dar mis sensaciones , dado que es muy complejo valorar algo que todavía está naciendo .... en primer lugar es un lujo sentarte en una mesa central común , donde todo el equipo de sala cocina a tu alrededor y te hacen soñar con una cocktelería que marida a la perfección con los cebiches y demás travesuras latino-meditarreneas que es capaz de inventar un maestro como Junior. Mientras esto sucede, la gente de sala te va explicando los porqués de cada cosa ....y lo mas importante .... escucha lo que tienes que decir y toma nota .... es una sensación de aprendizaje con transmisión directa , sin perder de vista la personalidad y el rumbo que ha decido su creador .... es muy posible que este proyecto evolucione muy deprisa ... así que recomiendo ir , dejarse aconsejar,y criticar todo lo que podáis el proyecto , porque lo haréis mas fuerte .... si quereis sorprender a alguien es el lugar perfecto , es una lástima que en Valencia no apoyemos lo suficiente estas aventuras.. lo que os aseguro es que si vais , tendréis algo que contar al día siguiente.
P.D ..En la valoración del vino he puesto la puntuación máxima , dado que lo que estoy valorando son los cockteles y no al vino , dado que no existe...

Fui el otro dia a mediodia sin saber como funcionaba. El menu de 8 platos sin bebida 50 euros y el de 10 platos 60 euros. Total que sin beber vino el menu de 8 platos sales a 60 euros. El local es muy pequeño mesas bastante juntas y para mi no esta a la altura del precio. La comida es buena pero has de ir con gente que coma de todo ya que el menu es sorpresa. Para mi sobra la casqueria que muchos extranjeros jamas probaran. Sino baja el precio o cambia a un local mejor creo que pocos comensales repetiran la experiencia.

Se mantiene el mismo local con algunos cambios en la sala y con lo bueno y lo malo de que Junior lleve todo el peso del restaurante ya que todo pasa por sus manos lo que hace que el ritmo en algunos momentos sea demasiado bajo, a pesar de que el menú es único para todos los comensales (versión más corta por 35€, media o larga, con 6-8-10 platos) y que es sorpresa según el mercado y la inspiración del chef con el riesgo que conlleva que algunos productos te gusten más y otros menos pero es el único planteamiento posible si todo pasa por un punto único.
Incluso si hay algún fumador que quiere salir debe avisar un plato antes para no servirse desde cocina.
Acompañamos con un par de raciones de pan de cristal con tomate, bien hecho y crujiente.

Para beber empewzamos con una cañas de cerveza, agua sin gas y unas copas de un muy interesante Mirabrás 2014 de Barbadillo, un blanco fermentado en bota muy salino. Unas galletas de cacao por cortesía agilizaron la espera de un comensal rezagado.
Seguimos con dos botellas de Euforia

Los platos que conocimos los cuatro comensales:
. ostra con sorbete de mango con sidra texturizada formando espuma: con un alto punto ácido y corto de sabor de ostra.
. arepa sorpresa: arepae maiz dulce con queso y pico de gallo sofrito con salsa de manita de cerdo y boletus. Para comer con una mano y aunque la arepa quedaba algo blanda, un conjunto muy sabroso y recomendable.
. desde la lengua hasta el rabo: un pate de lengua de vaca, salsa de rabo, con tuétano y acompañado de setas japonesas. Un plato muy mejorable en la presentación; la croqueta partida desde donde sale ese rabo de toro no convence ni se integra en el resto de participantes en el plato que además está deslabazado en la presentación.
. ceviche cartagenero: con aguacate, cebolla y sustituido el previsto ketchup por agua de tomate pera, leche de tigre sobre el ceviche peruano. Resultó picante muy por encima de la media. Para comer con la mano y con ingredientes bien conjuntados sobre una base de pasta crujiente.
. sancocho de merluza: sobre un fondo de ensalada, merluza, aguacate, maiz, cebolla morada y sancocho con plátano macho y yuka. Buen plato con pounto caliente que se notaba a faltar. Bien de sabor y bien presentado.
. carne de vaca (lomo alto) con queso Idiazábal, con guiso de yuka y con varios chiles y trufa negra
. textura y sabor: sobre un base de pan algo seco, crema de gorgonzola con una fruta típica similar a la guayaba. Una mezcla de texturas y una mezcla de componentes muy distintos pero forman un conjuntio sorprendente. Muy bueno.

Se rompe la dinámica con una semilla de la casa que produce al masticarla, una sensación de limpieza y anestesia para pasar al postre:
. orgía de sensaciones: 4 tipos de chocolate y texturas incluido como crispies (petazeta) con sopa de maracuyá y nuez macadamia. La presentación no es vistosa pero resultó sabroso.
Lo acompañamos con un buen dulce Kracher Auslese Cuvée 2013 ligero pero con su punto ácido.

En resumen platos y presentaciones con algunos altibajos, de una cocina con guiños orientales y sudamericanos. Interesante y con buenos apuntes que necesita consolidarse y profundizar.
El local es pequeño, con muy mala insonorización y que hace menos apetecible la estancia y la sobremesa.

Pues eso, como me quedé con ganas de repetir, allá que vamos otra vez a disfrutar de esa cocina fresca, original y bien elaborada

Menú de 6 platitos o de 8. Tras un pequeño apaño con Junior para no repetir platos ya probados en marzo y cambiando un postre ( no soy golosa) por un aperitivo más, acabamos tomando el menú degustación de 8 platos. Como voy con mi inglés, tendré que pasar de los platos que incluyen casquería, así que voy a perderme " de la lengua al rabo" que , por lo visto, fusiona casi todas las partes de la vaca. En fin, será para otra vez
Vino "Casal do monte" 2011, un albariño con un fondo de sidra muy curioso. Me gustó , pegaba con todo y no me dio dolor de cabeza ( últimamente muchos vinos me lo producen). No puedo pedir más
Los platos:
1.- Vieira con salsa de maíz a la brasa y tuétano. Por encima le rallan perrotxico. Humm
2.-Una vieja conocida: la croqueta de curry rojo
3.-Ostra con sorbete, mango, especias picantes y texturizada con vino blanco. Rica, pero no tiene nada que envidiar a la que tomé con maracuyá.
4.-Ceviche de gamba sobre patacón. Con leche de tigre ( normal siendo ceviche) y pimiento lágrima( un pimiento rojo chiquitín)Buenísimo el sabor y el punto de la gambita fresca
5.- Chopitos con espárragos blancos frescos, guisantes idem, yema, cubierto con láminas de papada ibérica y quemado con la pistola. Buena mezcla aunque algo no me acabó de convencer y no sé qué es porque los espárragos estaban buenos y los guisantes sabrosísimos y poco hechos. No sé
6.-Merluza con sancocho y ensalada de maíz-aguacate. Sellan la merluza y luego, ya emplatada, le añaden el caldo (de pescado, pollo y patatas). Riquísimo
7.-Cuello de cordero con cerveza, ñoquis de yuca , hojas de mostaza y una pastita hecha con piñones y hierbas. Pero cómo puede este Junior trabajar tan bien el cordero!. Lo borda. Quién me iba a decir a mí que me iba a relamer de comerme un trozo de cuello!. Soberbio
8.-El granizado de lulo con sansoberry y cava torrelló ya descrito en otros comentarios.

Me encanta esta cocina! Deliciosa fusión de sabores sudamericanos

Esta vez me tocó comer en las banquetas de la barra. No son cómodas y tienes poco espacio mientras parten pan y van pasando platos pero, al final, me gustó estar allí. Disfruté de ver un equipo que es tan "fusión" como su cocina: Junior es colombiano, el pinche de Mali, el que monta aperitivos y postres de Xirivella, la sala la lleva un chileno y para untar el pan con tomate de rama y hacer otras faenas diversas hay un italiano. ¿Alguien da más?

Había leído y escuchado hablar muy bien de este restaurante y de Junior Franco, su cocinero. La base de su cocina es colombiana, lo que me atrae más todavía por la poca oferta gastronómica que hay en la ciudad. Aunque sólo la base y las raíces son colombianas, en cuanto empiezas a probar los platos te das cuenta de que la fusión de sabores, productos y elaboraciones es la verdadera protagonista de este laboratorio de ideas que, más tarde pasará a ser un restaurante bien asentado, o al menos eso nos contaron.

La entrada en el local no es muy sugerente pues, pese a encontrar un restaurante de aspecto más o menos agradable con una cocina vista minúscula en la que bregan un sinfín de personas, las mesas están muy pegadas, te cuesta un duro trabajo driblar entre ellas hasta llegar a la tuya y al final esta zozobra sólo se calma con el primer plato, que te sitúa, te enajena del resto del local y te centra en tu mesa.

Escogimos el menú intermedio del que no se sabe nada de antemano y se van sacando distintas elaboraciones. Allá vamos:

Erizo con crema de tuétano y maíz a la brasa, vaya inicio, de traca este sabor potente que mezcla ese mar y montaña tan singular.
Ostra con pulpa de fruta de la pasión, o el plato que no me gustó. La cocina fusión suele pasarse de frenada, suele arriesgar y a veces chirría demasiado. En este plato encontré ese problema, ese exceso de elementos y el forzar la idea de la ostra con la acidez del cítrico. El triple salto mortal deja un plato en el que la ostra queda relegada a dar textura, no se percibe su sabor y por tanto es lo que yo no le haría a un producto de calidad. Todo bajo mi punto de vista y mi subjetivo gusto.
Al ceviche de quisquilla con ají pico de gallo, que está realmente rico y fresco, le precede un pre-ceviche, las cabezas de las quisquillas se comen con un jugo de frutas que entendido como juego me gustó.
Ceviche caliente de rape con tamarindo y patacón de plátano macho, otro de los platos excelsos que probamos. Me gusta aquí el juego de temperaturas con el ceviche, la raíz colombiana del patacón y ese juego con el rape, ese pescado complicado de textura que queda tremendo en este plato.
Lengua y rabo, ahí es nada. ¡Qué difícil era antes encontrar lengua, es una textura complicada y con no muy buena prensa, cuando de facto es un bocado fino y exquisito. Aquí el rabo está perfecto y la lengua también, aportando ese punto de sabor extra y concentrado al menú.
Primer postre, su versión de piña colada, una ligera tosta sobre la que se asienta una crema y piña, reposando sobre un vaso y, en el fondo del vaso, una agua de Colombia, que viene a ser la versión del agua de Valencia del chef. Vaya plato fino y elegante, nada empalagoso, sabores limpios y nítidos.
El segundo postre viene con órdago... Primero se toma una pizca de pimienta sansho, cuyo efecto prefiero no desvelar aquí, (véase el enlace si se quiere el spoil) seguido de un helado de lulo con physalis y el famoso cava Sòlid que diseñaron los hermanos Roca junto a Agustí Torelló Mata. Es un postre divertido, rico pero más gamberro que bueno.

Carta de vinos algo corta en la que si no es algo de ayuda del encargado de sala cuesta escoger, sobre todo con el tema de espumosos y blancos. Aquí hay cosas que mejorar, las copas son correctas pero se echa en falta algo más de variedad y referencias interesantes, acordes a la cocina que se está elaborando.

Este local es de visita obligada, se tiene que conocer y se debe visitar antes de la apertura de lo que será el verdadero restaurante, porque de momento, lo que se cuece en este pequeño bosquejo del proyecto de Junior Franco es realmente interesante.

Uno cree que es difícil sorprender, que a veces todo parece estar muy visto. Otras veces uno duda y cree que la mayoría de los restaurantes tienden a converger, sumergiendo al comensal, visita tras visita en un déjà vu continuo.
De repente uno descubre que nada de eso es verdad, que se puede ir a un local donde las sorpresas son continuas, donde recuperar la emoción por lo inesperado en la cocina, por lo sorprendente. Tanto que decidí realizar 2 visitas en al menos 48 horas, la primera con el buen amigo que lo recomendó y luego con Silvia para unificar mis emociones.
El local ya lo conocíamos, dado que hace tiempo lo regentó un amigo. Sabíamos que era pequeño y sencillo. Que las mesas estarían muy cercanas entre ellas y que la pequeña cocina lo presidiría todo.
Lo que no sabíamos es que en esta estaba Junior Franco, un excelente cocinero colombiano que con sólo 29 años ya ha formado parte de equipos como el de DiverXo y Suculent, además de stages en diversos restaurantes estrellados. Pero su talento de viene de casa, dado que forma parte de una familia de cocineros.
Las características de este local permiten casi un contacto directo, al menos visual, entre el cocinero y comensal, por lo que el feed-back es inmediato.
Si bien hay una carta en una pared sobre la cocina, las opciones ofrecidas son 3 menús degustación, de hasta 10 platos. El recambio de platos es continuo, en 48 horas probé al menos 4 platos distintos entre ambos menús. Como reza a la entrada, el concepto es más el de laboratorio gastronónimo que el de un restaurante, donde uno viene a experimentar creaciones que como el mismo Junior nos dijo, van quedando en una biblioteca mental de cara a futuros proyectos.
Ahora bien, el servicio no es de un laboratorio, es el de un restaurante de calidad. Aquí Ruben, a quien ya conocíamos de otros famosos restaurantes de la ciudad, hace las veces de sumiller y maître ofreciendo un trato profesional y cálido.
Tomamos entre las dos visitas un Atypique verdejo y un Ramón Do Casar en blancos, y un La Vallada y un Valtravieso en tintos. Todos armonizaron perfectamente con los platos.
Destacar la carta de vinos, con referencias originales y diseñada para la cocina de Junior. Y como su cocina, dinámica y en constante cambio. Más que correcta presentación, descorche y servicio de los vinos.
En cuanto a los platos que disfrutamos, señalar el erizo con boletus, la ostra con maracuyá (casi imprescindible), la croqueta de curry y pollo, el ceviche de quisquilla (importante pedir pan para devolver el plato limpio), la anguila con berenjena ahumada, el ajiaco, el ceviche caliente de rape, los callos, el cordero a baja temperatura, la presa, y el que más me sorprendió por su textura y sabor: “toda la vaca” formado por lengua y rabo. Excepcional.
Pasando a los postres, Junior continúa con su talento. Desde su versión de la piña colada con chicha, a arequipe “para concurso”, un plato que ha ido redondeando hasta ser excelso y su agua de Colombia. Respecto a este último, con textura granizada y servido con cava sólido, destacar el aderezo previo del comensal con sechuan berry y su efecto chispeante.
Copa de Boca Negra dulce, un vino que nos recuerda a los fondillones afrutados, y cafés.
Y todas estas emociones por unos 50 euros por comensal. Hemos de confesar, que este menú en otro entorno bien vale los 200 euros, y que además del precio, es difícil que sorprendiera en sensaciones.
Sin lugar a dudas ya tenemos un nuevo cocinero y un equipo al que seguir muy de cerca. Si esto es lo que hace en un laboratorio gastronómico ¿qué hará en un restaurante gastronómico?
Bravo Junior!

Tras varios intentos de ir a Origen Clandestino y no tener sitio, sorprendentemente hay hueco la víspera de San José. Antes de hacer este escrito releo lo que algunos habéis dicho y veo que voy a aportar más bien poca cosa ya que las descripciones realizadas son completísimas y , en su mayor parte, yo he tomado los mismos platos. No importa, la cocina de Junior ( así lo llamaba el personal " de sala") merece que se vuelva a hablar de ella. A pesar de la pizarra con los platos que se pueden elegir, el menú es cerrado. Había varios y optamos por el de 35 euros con 8 platos, dos de ellos postres.Paso a enumerar:
- Ostra valenciana con maracuyá, pico de gallo, aguacate, no sé cuántas cosas más , ralladura de lima y cilantro. Hostia qué buena! Yo pensé qué tantos ropajes no le irían bien a una ostra pero me equivoqué. Para comerte media docena! Vaya ensamblaje!
- Croqueta de pollo de corral con curry rojo tailandés. Muy buena también
-Ceviche de gamba roja con yuzu y lulo. Otra pasada de mezcla ! Delicioso
-Berenjena asada ahumada con tamarindo y anguila a la brasa. Pues otro plato para comerte un montón. Domina lo ahumado y la brasa pero con un punto ácido exquisito
-Ceviche caliente de rape con patacón y tamarindo salado. No sé explicarlo, no tengo palabras, lo mejor es que vayáis a probarlo. Insisto: hostia qué bueno!
- Cordero de de 34 horas con yuca, salsa de nata agria y juego del cordero. Un peligro de plato porque te puedes morir del gusto al comerlo. Eso sí, en consonancia con el local, el jugo te lo ponen en un cazo de esmalte de los que tenía mi madre, con los esconchones y todo. Pero tiene su marcha, recuerden que el local es clandestino.
- Piña colada con hojaldre, chocolate blanco y chicha ( Junior es colombiano)de piña, jenjibre y coco. Nada empalagoso, rico
-Mangoviche con cava texturizado de Agustí Torrelló pero te tienes que poner en la punta de la lengua una sansoberry. No sé ni lo que estoy escribiendo, menos mal que llevo libretita. No os lo voy a explicar, lo que tenéis que hacer es ir ! Los postres son ricos, frescos, originales pero yo soy más de salados y por eso explico los dulces con menos pasión.

Nos acompaña un Atipyque de verdejo con barrica que está muy bueno y va bien con esa comida sin quitarle protagonismo a los platos.

Del local ya habéis dicho todo, mantelitos de papel y posibilidad de hacer relaciones sociales con los compañeros de mesa que están, a unos 10 cm de la tuya . Lo perdono porque disfruté mucho de la cocina de este chico y porque cuando Junior remonte vuelo a zonas más caras y manteles de lino seguro que el precio es más alto y ya no podré ir. Pero ahora la clandestinidad tiene su encanto
Mis " compañeros" de mesa de al lado se despiden con un "hasta el sábado", no me extraña, esta cocina no tiene nada que envidiar a la de los grandes de la ciudad. Servicio amable y cercano. Gracias , disfruté un montón

Tras varios comentarios en el círculo de amigos y con la rápida decisión de Miguecris de acudir antes que nadie y confirmar las buenas perspectivas anunciadas, nos vamos a conocer esta inquieta cocina en fase aún de tormentas de ideas detrás de los fogones pero que en la mesa traduce muchas cosas interesantes y se notan esas inquietudes sobre un buen fondo de cocinero.

¿El local? Muy mejorable en cantidad y calidad. Se les queda corto; todo lleno y apretado y aún así a penas 20 personas en, digamos, poco cómodas sillas y mesas con pasillos entre ellas que no cabes de frente ni de perfil (al menos, con mi perfil).
Me recordó la situación de Alfonso (Gadhus) en Malkebien (salvando enorme distancia en precios).
Ahora es una camisa de fuerza que impide desarrollo y que pronto deberá soltar amarres. De momento es un lugar para el cliente con inquietudes de la gastronomía, pero el local limita mucho a quien invitar a ir.

Carta con vinos muy novedosos, también por copas, con buenas rotaciones según nos anunciaron (cada mes 3 nuevos y 3 fuera). Es un placer cuando ves una carta en la que la mitad (al menos) de los vinos no los has probado nunca, por ejemplo en blancos: Rebel.lia, Casar, La Marimorena, Altares de Postmarcos, Viña Zorzal (por fin uno conocido pero poco habitual), Fruto noble, Atypique y Ramon do Casar.
Arrancamos con 2 cervezas de presión, de buen tamaño y bien tiradas, más una copa de un blanco recomendado: Atlantis. El agua Santolin x 2 botellas.
Un buen pan loncheado que hizo falta repetir.

¿Carta de comidas? Desconozco si existe. En lo alto de la cocina y en una pizarra encuentras opciones de platos; pero la realidad es que no hubo opción: menú a discreción del local. Así fueron llegando:
. ostra con salsa de maracuyá y aji amarillo: es la primera vez que una salsa se hace interesante sobre una buena ostra; un punto entre dulce y picante que la mejora.
. croqueta de pollo de corral con curry rojo tailandés: de nuevo ese punto de muy ligero picante refrescante que potencia el sabor de una croqueta buena. La presentación de un solo croqueta en el cuenco la deja muy huérfana, a pesar de su buen tamaño; buen sabor de un interior de consistencia melosa
. ceviche de gamba, lulo y yuzu: perfecta combinación de producto en ceviche con buena compañía. En plato quedaba todo como envuelto en gelatina; muy bien ensamblado.
. anguila braseada con tamarindo y berenjena: el punto ahumado de la berenjena potencia la anguila.
. arroz en pepitoria de cordero con cordero lechal: extraordinario. gran punto de arroz, de sabor de fondo, con un cordero que se deshace.
. presa ibérica cocinada durante muchas horas (no recuerdo la cantidad) a baja temperatura, cebiche de champiñón, salsa barbacoa, maíz y queso Idiazábal. ¿Quien da más? De nuevo diferentes texturas, punto de picante de la salsa sin pasarse pero presente; muchos matices de sabores. gran plato.
. postre: sobre base de galleta de café de Colombia (homenaje al origen de Junior, el chef) una mouse de arequipa (el dulce de leche de Colombia) con gelatina de limón y vainilla. Buen equilibrio de dulce sin saturar.
A destacar la compañía: una copa de "Agua de Colombia": con una ginebra texturizada como granizado, lulo, fisali y se completa con un cava sólido de Agustí Torelló (gran sorpresa) y en el plato una bolita de pimienta que al masticar en la punta de la lengua queda algo anestesiada lo que predispone a tolerar el frío de la copa.

El vino tinto elegido fue un Garum 2014, poco frecuente VT de Cádiz pero de una bodega (Luis Pérez) muy recomendable. La próxima visita a la ciudad gaditana nos animó a ello y fue un buen acierto.

Unos cafés y el ofrecimiento de un chupito dulce inicial de Baylis por error, que acabó siendo un dulce tinto: Boca Negra, mientras hablábamos con Junior y su compañero en sala (responsable de los vinos) de sus grandes inquietudes presentes y futuras.

No solo recomendable ahora sino también en futuro. Una buena pareja de profesionales (cocina y sala) que empieza a crecer muy rápido.
No es barato pero es sobresaliente lo que hacen.

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