Restaurante Pico Fino en Valencia
Restaurante Pico Fino
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:
Vino por copas:
Precio desde:
25,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
25 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.1
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
6.3
Comida COMIDA
7.4
Precio medio entorno ENTORNO
6.8
RCP CALIDAD-PRECIO
7.8
Aurelio_Gómez-Miranda_Pico_Fino_Tarta_de_queso
Aurelio_Gómez-Miranda_Pico_Fino_Rabo_de_toro
Aurelio_Gómez-Miranda_Pico_Fino_Pincho_de_Ventresca
Aurelio_Gómez-Miranda_Pico_Fino_Patatas_Bravas_con_romesco_y_alioli
Aurelio_Gómez-Miranda_Pico_Fino_Menú
Aurelio_Gómez-Miranda_Pico_Fino_Lomo_de_bacalao
Aurelio_Gómez-Miranda_Pico_Fino_Ensaladilla_Ibérica
Aurelio_Gómez-Miranda_Pico_Fino_Croqueta_de_pollo_de_corral
Calamares a la romana con esencia de limón
Patatas bravas con alioli y romesco
Lomo de bacalao
Tarta de queso
Rabo de toro
Pincho de atún
Ensaladilla ibérica
Croqueta de setas
Risotto de setas
Pulpo con patatas
Tostas de atún
Opiniones de Pico Fino
OPINIONES
9

Nos venía de lujo a la salida del cine por lo que no lo pensé dos veces a la hora de reservar. Únicos clientes hasta que luego ocuparon un par de mesas más. La impresión visual queda plasmada con maestría en comentarios precedentes a los que me remito. Ambiente que, a base de modestia y humildad en su planteamiento, nos hizo sentir finalmente a gusto. La amabilidad por parte del camarero que nos atendió también contribuyó a ello.

Dos cervezas para concluir que íbamos a por el menú degustación que incluía lo siguiente:

Montadito de Ensaladilla de Ventresca.
Trampantojo de Tomate Esgarrat.
Croqueta de Sepia All i Pebre.
Chupachup de Pollo Tandori.
Rabo de Toro con Boniato.
Tarta de Queso.

Bien en líneas generales, destacando en mi opinión la ensaladilla y la croqueta. La primera por la carga de atún y el toque picante de las piparras y su aceite contenido en una minipipeta, mientras que la segunda, por su ejecución más que por su intensidad sápida.

Muy bien también el guiso de rabo de toro con el contraste dulzón del boniato y ese chocolate en polvo que llevaba por encima. Algo seco quedó el pollo, cuya cobertura final, a base de un triturado de una especie de maíz tostado, contribuía en gran medida. No me convenció el trampantojo que simulaba ser tomate resultando pimiento y en cuanto al postre... pues cumplió su función, con una textura e intensidad suaves, aderezado con una salsa de recuerdo especiado, que me descolocó un tanto aunque no le iba mal al conjunto.

Los vinos que incluía el menú fueron AT Roca Brut (Cava), Albarin (León) y un dulce con los postres, cuyo nombre no dijeron, que relevó al tinto previsto y al que nuestra cadencia deglutoria habitual obligó.

Nada que añadir nuevo a lo que ya se ha dicho sobre la empresa, que si bien en nuestro caso no provocó ningún flechazo, sí que cumplió sobradamente con el papel que le asignamos.

Miércoles santo. Visita relámpago a la capital para cenar con un buen amigo (otro de esos muchos que han tenido que salir de España para encontrar trabajo) y aprovechar su estancia en Valencia por vacaciones. De camino a la ciudad, en la autopista, me encuentro de frente, en sentido contrario, dos carriles de circulación con un nivel de tráfico extremadamente denso, incluso con alguna que otra retención. Auguro que en Valencia no debe de quedar nadie y mi pronóstico se cumple: disponibilidad de estacionamiento como jamás había visto, tráfico inexistente, pocos transeúntes. Los locales muy vacios para ser víspera de festivo y periodo de vacaciones.

Elegimos el local vistas las valoraciones vertidas en este portal y atendiendo la recomendación de Aurelio (GM) que me lo aconsejó en otra ocasión aunque no pude ir en aquel momento. Como bien se describe anteriormente, local pequeñito, sin pretensión alguna, mobiliario básico y decoración sencilla. Para no desentonar con lo expuesto en el primer párrafo, muy poca clientela. De hecho, pasamos gran parte de la cena como única mesa en el local pues unos clientes acabaron poco después de nuestra llegada y otros se sentaron a cenar cuando nosotros ya casi lo habíamos hecho. Servicio amable y simpático.

Pedimos uno de los dos menús que se ofrecen, el de seis platos y tres copas de vino por 25 €. El otro me parece que son cuatro platos por quince euros. El menú estuvo conformado por:

- Pincho de ventresca: Sobre una base crujiente bastante rica, una buena cantidad de una especie de ensaladilla de atún. No sé si tiene algo que ver que me senté a la mesa con mucha hambre, pero me pareció un bocado excelente, refrescante y sabroso.

- Ensaladilla ibérica: En la línea del plato anterior: frescura y sabor en otra ensaladilla esta con las porciones mucho mayores y la culminación de unos daditos crujientes de carne de cerdo (lomo de cinta, panceta?).

- Chupa chup de pollo tandoori: Gracioso emplatado sobre una pequeña parrilla. Se trata de un pequeño muslito de pollo al que se le da cierta similitud con la clásica golosina. Sabor especiado sin llegar al nivel de los restaurantes indios de barrio y extraña la cobertura de pan rallado que lo envolvía.

- Croquetas de pollo: Una por comensal aunque de tamaño mayor de lo normal: un croquetón. Apariencia y resultado muy casero y sabor rico.

- Bacalao: Muy bueno. Perfecto el punto del pescado y acertado el acompañamiento con un suave allioli casero y unas lascas o papas de remolacha crujiente muy originales y sabrosas. Se acaba la presentación con unos minibrotes tiernos. Buen plato.

- Tarta de queso: Presentación diferente: una especie de mouse de queso muy etérea pero sabrosa, unas finísimas galletas crujientes intercaladas entre la mouse y la coronación de apenas tres frutos rojos. Sutil pero quizás demasiado ligero.

Absorto en la conversación no anduve a atento a los vinos que nos sirvieron que, además, ya vienen servidos desde la barra. No le doy demasiada importancia a ello, pero quizás a otros clientes les moleste más que no se los sirvan en la mesa y ante su presencia. Tomamos un cava rosado, un vino blanco y otro tinto (ese me pareció ver desde la lejanía que era El Beso). Copas servidas con generosidad. La cuenta final: 50 €. Nos invitaron a las cervezas iniciales y a los cafés. Grandísimo detalle teniendo en cuenta los tiempos que corren.

La conclusión general es que se intentan cuidar los detalles y cocinar con honradez en una zona en la que ambas cosas brillan por su ausencia ante el aluvión de turistas que invaden esta zona. No le vamos a negar el mérito que ello tiene y, por lo tanto, merecen todo mi respeto y admiración.

Tras ir al cine, e intentar cenar en un par de lugares de la zona, que estaban repletos a las 10 de la noche, pasamos por la terraza de este establecimiento, en el que no había nadie dentro, y una sola mesa ocupada en la terraza, donde nos ubicamos, ya que nos gusta fumar algún que otro cigarrillo, el lugar estaba muy tranquilo y siempre es agradable tener vistas a lugares emblemáticos.
Tras esperar durante 5 minutos, entré para avisar de que queríamos cenar. Por fin salió un camarero y nos atendió. Tras realizar la comanda, y servirnos el vino, le tuve que pedir que nos trajera un cenicero -mi pareja y yo estábamos fumando- y que nos encendiera la calefacción -ya que tienen esas estupendas estufas callejeras...-. No hay mantelería, y los cubiertos los traen en un cubito para que tú mismo los coloques. Una de las 4 sillas estaba sucia y manchada con restos de comida. Cuando nos fuimos, seguía igual.
Pedimos 2 menús "tarifa plana" (16 euros c/u) y una botella de tinto Gamonal 2014 (Tierras de León, 19 euros). La carta de vinos está bastante bien, variada en cuanto a zonas peninsulares y con referencias italianas. Sin embargo, los precios son caros, superiores al valor doble de las botellas en tienda.
Cenamos pincho de ventresca de atún, con emulsión de piparras, bueno, sin más, era como una buena ensaladilla, pero de apenas dos bocados. Bravas en salsa romescu, buenas, pequeñas, muy bien la salsa, pero servidas en un cuenco que impide que dicha salsa llegue abajo del cuenco, con lo cual cuando te has comido la mitad, la salsa escasea (servidas en otra fuente plana, ganarían). Croqueta de pollo de corral: muy buena, textura excelente, buen tamaño. Por último, chuleta de buey a la plancha con papas de yuca y pimientos del padrón; la calidad de la carne muy justita, pero bien cocinado.
En general, correcto, sin más, en un lugar paradigmático de Valencia, con el servicio y la comida aprobados con sus pros y contras. Precio sin postre ni cafés.

El día invitaba a terraza y nos dispusimos a degustar el menú degustación de este local en tan transitado y turístico enclave situado.

Éramos 4 adultos y 2 niños, pedimos menú maridado para mí solo y el resto menú degustación donde se les sustituyó los vinos por cervezas o refrescos,ningún problema.

Servicio muy atento y amable y entorno inmejorable.

Menú Degustación Maridado (25€)

• Pincho de ventresca de atún.
• Ensaladilla ibérica.
• Croqueta de pollo de corral.
• Lomo de bacalao .
• Rabo de toro.
• Tarta de queso.

Todas las tapas muy ricas y muy bien elaboradas, mención especiual al rabo de toro que estaba espectacular. Tarta de queso presentada originalmente y muy buena.

Y los vinos que incluía eran los siguientes:

o AT Roca Brut (Cava)
o Conveneiencia (Utiel-Requena)
o Acustic Negre (Montsant)

+ cafés fuera del menú

Si estás por la zona y no quieres ir a que te claven por ser zona de paso de turistas, entra , no lo dudes.

Lo primero que pensé al entrar en este local fue:
“Voy a matar a Dani y a Oti, vaya sitio que me han recomendado, no sé por qué demonios les hago caso…”

Ubicado en uno de los lugares más typical tourist de Valencia, plaza de la Reina. Si bien es cierto que está en la zona menos transitada de la misma: mirando hacia el Miguelete, al fondo a la derecha.

¿Qué puede uno esperar ahí? Pues… lo que hay en todas las plazas de este tipo de todas las ciudades de este tipo del mundo. Globalización, franquicias…

¡Ah amigo! Pues no, en Pico Fino encontramos a unos jóvenes intrépidos y valerosos que se han hecho fuertes en esa esquina de la plaza y resisten con arrojo los constantes embates del enemigo y las aviesas tentaciones homogeneizadoras. ¡Voto a Bríos!

Y te ofrecen una honesta cocina mediterránea, con cierto toquecillo y mucho mimo, en un entorno creativo.

El entorno… Eso es lo que al principio me angustió. Entramos mi mujer y mis dos hijas (el más pequeño de los 4 mide 1.80 m)… Se trata de un local de dimensiones mínimas… Estaba casi lleno… Las mesas están hiperpegadas… El espacio entre comensales es… Llevábamos abrigos y no sabíamos dónde meterlos… Lo mismo que nos pasó con las piernas una vez sentados (las llevábamos y tampoco sabíamos dónde meterlas)… ¡Quiero salir de aquí!

Pero no, qué va. Te vas fijando y te das cuenta de que es un lugar encantador, muy “ruzafeño”, con decoración modesta pero audaz, que consigue crear un ambiente alternativo diferente al resto de locales de la plaza. Destacan los toques amarillos de las lámparas (papeleras reconvertidas), las sillas de hierro y madera y la exposición de cuadros.

Un, “el”, amable camarero nos atendió, nos sacó un vinito, nos dijo que no nos preocupáramos que la mesa de al lado (o de encima) ya había pagado y se iban pronto… Al final se fueron, sí, pero entraron otros inmediatamente… y ya nos dio igual, ya estábamos a gustito, adaptados al medio, los abrigos y las piernas habían encogido y nuestro corazón se había ensanchado.

Y qué bien lo pasamos.

Menú Degustación Maridado (25€)

Pincho de ventresca de atún.
Ensaladilla ibérica.
Croqueta de pollo de corral.
Lomo de bacalao .
Rabo de toro.
Tarta de queso.

Y los vinos que incluía eran los siguientes:

o AT Roca Brut (Cava)
o Cataratto (Sicilia)
o Acustic Negre (Montsant)

Cuando veo estos menús maridados, siempre temo pasar sed, los rehuyo. Pero aquí le dije al camarero: “Amigo, por favor, que no nos falte bebida, cóbranos luego lo que tengas que cobrar y ya está, que no habrá problema alguno”. Y no pasé sed. Rellenó copas con generosidad e incluso me puso entre el cava y el blanco un prosecco decente. Y no me cobraron nada más. Supongo que como iba con mis hijas y solo bebieron un par de refrescos, pues lo compensaron, pero se agradece el detalle, claro que se agradece. Bebimos bien. A mejorar el hecho de que en alguna ocasión sacaron las copas ya servidas.

La cena, más que satisfactoria. Como se aprecia en las fotos (que puedes ver pinchando en el nombre de cada plato del detalle del menú transcrito anteriormente) todo estaba apetitoso y bien presentado. Con modestia pero con gracia y toque, tanto en cocina como en emplatado. Así, el pincho de ventresca era puro Cantábrico, con el toque simpático de la pipeta de emulsión de piparras; la ensaladilla ibérica, algo seca, también me llevó hacia el norte, pero a Zaragoza; la croqueta de pollo, tremenda, me trasportó a la infancia, a casa de mi abuela; el bacalao, correcto lomo, pena que le faltara temperatura, acompañado de un gozoso visco de garbanzos y alioli de puerros; el rabo, con patata morada y calabaza, un contundente y sabroso colofón; y la tarta de queso, muy plástica, más que sápida, aunque un poco “naturris”, con tejas que hacían de separador de cada ración.

Al citado menú le añadimos unas patatas bravas con alioli y romesco , no nos pudimos resistir, de nuevo bien presentadas, muy agradables de sabor, en trocitos pequeños y con punto crunch.

Pues eso, que la sensación que quedó es que salimos muy contentos, una buena y nueva experiencia. En cuanto estiramos las piernas por la plaza, recuperamos en un pis pas los centímetros perdidos.

Otro gallu cantaría si todos los comercios orientados al turismo enfocaran sus negocios como este Pico Fino, con las virtudes reseñadas y la huida de clichés.

El equipo de Pico Fino se merece que les vaya bien, hay que premiar estas iniciativas.

Y termino como comencé. Bueno, “cuasi” como comencé.

Lo primero que pensé al salir de este local fue:
“Voy a besar a Dani y a Oti, vaya sitio curioso que me han recomendado, ya sé por qué siempre les hago caso…”

Siempre sonará mejor pico fino que morro fino. Este nombre dice mucho, pues se trata de tapas y algunos otros platos base pero con un punto diferenciador. Me parece una buena propuesta por la que apostaron hace un año más o menos tras la reforma, el local en si lleva unos cuatro. Cambio de concepto acertado sin ir más lejos por lo que comenta Dani con lo de "Comer en la plaza de la Reina ya es posible".

Van a sacarle mucho provecho a la terraza a partir de estas fechas, ya que en su interior caben cinco mesas a lo sumo. Mobiliario de los de ahora; madera basta y tubo. Desenfadado y con la música a toda hostia. El entorno lo calificaré al más puro estilo Verema, teniendo otras cosas en cuenta más allá del espacio o ambiente físico; trato, propuesta, predisposición, solución...

No pude hacer uso de ninguno de los dos menús que tienen al ir solo, por lo que esta primera incursión digamos que me ha salido menos rentable. La mejor opción a priori es el que tienen como menú degustación, con seis platos y tres vinos por 25 €.

La lectura de la carta resultaba atractiva, y aunque me detuve en platos que parecían de mayor enjundia, quise empezar esta vez por las tapas habituales para medirlo en su parte "rápida". Me junté con todas estas tapas sobre la mesa, justo lo que pretendía, y en la comparación de las mismas con la competencia salió bien parado en general por su ejecución y punto creativo, aunque en alguna le faltara el golpe maestro de los bares más tradicionales.

- Ensaladilla ibérica.

- Patatas bravas con alioli y romescu.

- Calamares y gambas a la romana.

- Pincho de ventresca de bonito.

Original la ensaladilla con sus pequeños dados de ibéricos mezclando algunos crujientes. Espuma de alioli para suavizar unas patatas de corte pequeño bien hechas. Buena fritura nada aceitosa la de los frescos calamares a los que le faltaba un punto de sal que ni siquiera el spray de esencia de limón llegaba a contrarrestar. Ausencia de las gambas en este plato, y ante mi extrañeza y el correspondiente apunte, corrigieron con un pincho de ventresca de bonito como invitación que a la postre resultó ser el mejor de todos.

Guiño italiano en los vinos por la nacionalidad del dueño. Bebí un par de copas de un Pinot Griggio D.O.C. Collio Friuli llamado Andrea di Pec servido un tanto alto de temperatura en ambas copas.

Sin postre, ya tendré otra ocasión como por ejemplo en ese degustación porque pienso volver acompañado.Café expreso y a la marcha.

Este es de esos restaurantes al que no hubiese entrado si alguien no me hubiese llevado. El principal problema es que está en la zona de turistas donde han florecido un gran número de restaurantes de franquicias o grandes marcas que se encargan de vaciar los bolsillos de los incautos visitantes, o no tan incautos pero que están dispuestos a comer relativamente bien y pagar un precio superior y disfrutar de la bonita plaza de la Reina.

Pues así, de la mano de un amigo que conocía el hacer de Pico Fino, llegamos al restaurante y sin mediar demasiadas palabras pedimos el menú degustación y nos dejamos de problemas. La decoración, el mobiliario y el restaurante en sí no son especialmente atractivos, pero las vistas de la cristalera o la misma terraza, con vistas a la Catedral de Santa María y bajo el Micalet, bien merecen la pena.

Por 25€ este menú incluye:

- Pincho de ventresca de atún. Muy buena presentación, con esas pipetas de aceite picante que le daba un punto especial a este pincho clásico.
- Ensaladilla ibérica. Muy rica, una especia de ensaladilla rusa con algunas licencias porcinas en forma de panceta.
- Croqueta de pollo de corral, que yo canjeé rápidamente por una croqueta de setas bastante rica.
- Lomo de bacalao. De los platos que sacaron nos tocó el más aceitoso, algo que se debería de pulir pues el confitado estaba bastante bueno y el acompañamiento desmerecía un poco el conjunto. De todos modos el plato me gustó por sabor y textura del pescado.
- Rabo de toro. Muy bueno, y es que mira que es un plato sencillo y lo complicado que puede resultar comerlo bien hecho.
- Tarta de queso. El postre no está a la altura del menú… Menos mal que no soy muy de postres, pero al final son un par de galletas entre las que se coloca una nata y unos frutos rojos negros y rojos. A mejorar en este apartado.

El menú incluye tres vinos que van maridando con los platos: AT Roca rosado, Cataratto, blanco siciliano que maridó perfectamente y Acústic Negre, vino que cambiamos por una nueva copa del cava que nos pareció perfecto para iniciar y acabar la cena.

El servicio es atento y simpático, falta algo más de sincronía en el servicio del vino con el plato, pues muchas veces nos quedábamos esperando el vino y los platos se enfriaban.

En cualquier caso, me parece una más que acertada oferta en una zona en la que cada vez es más difícil comer algo decente.

Pues eso, esperaba un restaurante italiano y es un sitio de tapas, eso sí, de tapas con gusto y excelente presentación. Tomamos el menú de tapas de medio día que por 25 € que consiste en 5 tapas y un postre y que va acompañado de un maridaje de 3 vinos. De las tapas tomadas, todas a compartir, muy rica la ensaladilla ibérica, excelentes las croquetas de cocido, muy rico el bacalao y tremendo el rabo de toro, un platazo. Copas decentes. Local de reducidas dimensiones con un montaje muy funcional. Servicio simpático y muy atento a nuestras necesidades. Para volver!

Hace ya algunos meses que funciona este pequeño establecimiento en pleno centro histórico de Valencia, a muy poquitos metros de la catedral. Ubicado entre otros dos de similares características pero diferente calidad y concepción, cualquiera de nosotros diría que es un garito de turistas de paso, y nada más lejos de la realidad.
La apuesta de Pico Fino son las tapas creativas y el servicio de vino por copas, especialmente italianos, como su dueño. Si bien el local es reducido, con apenas cuatro o cinco mesas delante de una barra, su mayor atractivo es la terraza en una de las plazas del centro de la ciudad. Lástima que no se pueda acondicionar en invierno.
Son numerosas las visitas, casi siempre optamos por la Tarifa Plana, consistente en seis platos (cinco tapas y un postre) y tres vinos por 25€.
- Tosta de atún con mayonesa y pimiento verde: suave, buena, con la posibilidad de aumentar la cantidad de picante con unas burbujitas de plástico que lo dosifican.
- Ensaladilla de ibéricos: muy buena ensaladilla con ibéricos cortados muy pequeños que le confieren una textura crujiente.
- Croquetas de pollo de corral: uno de mis platos favoritos. Excelentes.
- Tallarines de sepia con guacamole y queso azul: un guiño a la cocina italiana, elaborado con tiras de sepia muy finas y rebozadas en tempura sobre un lecho de guacamole y el queso rayado por encima. Muy buen contraste de sabores y texturas en boca.
- Entrecot de vacuno con pimientos de padrón y yuca: carne de calidad a la plancha, tierna y sabrosa.
- Sopa de chocolate blanco con helado de mandarina: buen postre también, suave y con alguna flor flotando dentro del cuenco.
El primer vino suele ser una copa de espumoso, o bien prosecco o, las más de las veces, el cava rosado de Agustí Torelló. El segundo, Acústic blanc y, el tercero, algún tinto italiano o algún Ribera o Rioja tipo Viña Salceda. Suele haber invitación a grappa.
Servicio atento y amable, cantan los platos antes de comenzar a servirlos por si hay alguno que no guste.
Ubicación preciosa, como se ha indicado, mantelería de papel, copas correctas. Buen servicio del vino, aunque en ocasiones los blancos salen subidos de temperatura.
Parece ser que renuevan las tapas cada cierto tiempo. Hay una fórmula de plato único, copa de vino y café a 6,90€ los mediodías de lunes a viernes.
Lo dicho: muy buena opción con vinos italianos interesantes por copas.
En las fotografías incluyo dos platos que comimos en otra ocasión.

  • Risotto de setas

    Risotto de setas

  • Pulpo con patatas

    Pulpo con patatas

  • Tostas de atún

    Tostas de atún

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