Restaurante Quintana en Valencia
Restaurante Quintana
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
30,20 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
44 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.4
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
6.7
Comida COMIDA
6.5
Precio medio entorno ENTORNO
7.6
RCP CALIDAD-PRECIO
4.8
Pulpo braseado
Arnadía
Tabla de quesos
Croquetas de arroz al horno
Milhojas de cordero
Pescadilla al vapor con verduras y romescu
Coca de aceituna negra de Aragón, escalibada y capellans
Ambiente del restaurante Quintana
Opiniones de Quintana
OPINIONES
8

Aprovechando el certamen VCO, acudimos al restaurante Quintana, pues el menú me parecía interesante. No lo había comprobado pero es prácticamente el mismo que presentó en la edición de noviembre de 2014. He de decir que la decoración me gustó: desenfadada e informal, a la vez que original (curiosos los botijos colgados del techo, los distintos formatos de mesas, la simulación de un gallinero...). Vajilla y cubertería correctas, copas SCHOTT, aunque servilletas de papel (eso sí buenas). Pasemos al menú:
Aperitivos:
- Palomitas con Tauduri (la verdad que desentonan un poco)
- Chupito de Gazpacho de tomate del Perelló (buenísimo, lástima que se acababa en un sorbo)
- Kojak de foie gras, reducción de PX y peta zetas (muy rico el foie, cremoso y con mucho sabor)
- Nuestra Croqueta Crujiente (una croqueta grande de jamón ibérico, con una bechamel muy conseguida en su textura, con abundante jamón y buenísimo sabor)

Entrantes:
- Ceviche de pescado de mercado con aguacate, sorbete de lychees y caviar de salmón. Coincido en que fue uno de los mejores platos, sabroso y con el aliño muy refrescante. Lo presentan con los ingredientes dispuestos separados en el plato y lo mezclan delante del comensal

- Canelón de ave de corral con pasta fresca, boniato y su jugo rustido. Aquí discrepo con un comentario anterior (para gustos colores). A mi me gustó, me pareció buena combinación de sabores

Platos principales:
- Merluza con Salsa Yodada de Mejillón Gallego. Exquisita merluza, muy fresca y el jugo de mejillón extraordinario (para mojar pan)

- Milhojas de Cordero de Lechal con Apio, Manzana, Piña y Jengibre. El concepto del plato me pareció muy correcto. Sabroso. tierno, pero en nuestro caso adoleció de un poco de falta de jugosidad (quedó ligeramente seco).
Tengo que decir que, no sé si por haber leído las anteriores críticas, pero las raciones no fueron para nada pequeñas. Fueron más que correctas.

Postres:
- Sorbete de mojito. La verdad es que aunque no somos mucho de mojito, nos pareció que estaba extraordinario.

- Crema quemada de vainilla, con manzana y helado de galleta María. El conjunto era resultón, pero reconozco que no es un plato para recordar, simplemente cumplía su cometido (no somos mucho de dulce).

Para beber tomamos agua y un ARTADI 2012 (con 12 meses de crianza), un vino muy resultón, servido a la temperatura correcta. El servicio del vino es correcto sin más: dan a probar el vino, y sirven la primera vez.
La experiencia fue muy gratificante, el trato del servicio muy amable y correcto.

Pues no me pareció gran cosa. El local está decorado a la moda pero la disposición de las mesas para dos personas es de las que te hacen sentir como un paria: dimensiones reducidas y ubicadas junto al aseo....
Acudí porque me lo habían recomendado para comer pero debemos estar ante otro "restaurante de arroces" ya que, al ir a cenar y no elegir carne, la carta es notablemente reducida y poco atractiva. Tras la ensalada, opté por el socorrido bacalao, que estaba aliñado con una olvidable salsa de queso pero lo auténticamente reseñable fue el tamaño de la ración: un taquito de 6 cm x 6 cm x 4 cm! Francamente, no esperaba ninguna exageración pero obtuve una, eso sí, inversa.
Ante lo cual y a sugerencia del amable camarero que se hizo cargo de la situación, tuvimos que pedir queso en lugar de postre para salvar la cena.
Lo dicho, no es gran cosa pero si la ración es de degustación... Decepción!

Aprovechando el certamen Cuina Oberta fuimos a cenar mi chica y yo a este restaurante el pasado sábado 22 de noviembre.
Por lo que respecta al local está ya sobradamente bien descrito por otros veremeros con anterioridad, así que no me extenderé demasiado en ello. Sólo decir que a mi me gustó la decoración con ese estilo moderno y minimalista que tan en boga está actualmente entre este tipo de restaurantes de cocina de autor. Me sorprendió especialmente, pues no conocía el local ya que era la primera vez que iba, la amplitud del mismo ya que por la fachada parece un sitio mucho más pequeño y estrecho de lo que es, y sobre todo la original decoración de esos botijos colgando sobre algunas mesas a modo de lámparas. Tan sólo un par de pequeños reproches a este respecto: 1. A pesar de realizar la reserva el segundo día, es decir casi 10 días antes de la cena, nos sentaron en una de las mesas que tienen a la entrada frente a la larga barra y pegadas a la pared y creo que nos podían haber sentado dentro del salón principal donde creo que hubiéramos estado mucho más cómodos; 2. Las mesas de dos comensales me parecieron demasiado pequeñas e incomodas por lo que resultan totalmente inapropiadas para un restaurante de este nivel.
En cuanto al menú este consistió en:
* APERITIVOS:
- Crema templada de setas, presentada en vaso de chupito. Muy buena la verdad.
- Palomitas al Tanduri. Unas simples palomitas de maíz que todavía me pregunto que pintaban allí.
- Croqueta crujiente de jamón ibérico. Una croqueta grande (más bien un croquetón), con una riquísima bechamel en su interior que le aportaba una maravillosa cremosidad y con un rico sabor a jamón y una textura crujiente muy lograda.
- Kojak de Foie Gras y Peta Zetas. El mejor de todos los aperitivos sin lugar a dudas, aunque eso sí, todavía estoy buscando los dichosos peta zetas que no los notabas por ningún lado.

* ENTRANTES:
- Canelón de ave de corral con pasta fresca, boniato y su jugo rustido. Nombre demasiado rimbombante para lo que resultó ser un canelón correcto y bueno de sabor sin más.
- Ceviche de pescado de mercado con aguacate, sorbete de lychees y caviar de salmón. Sin lugar a dudas el mejor plato de toda la cena. Tenía muchas ganas de probar el famoso ceviche que se ha convertido gracias al auge de la cocina peruana en el plato de moda actualmente y la verdad es que superó todas mis expectativas. El conjunto del plato transmitía un sabor increíble y la salsa resultante de mezclar todos los elementos invitaba a mojar pan hasta rebañar el plato como finalmente hicimos. La única pega, que se repitió en varios platos durante la cena, es que resultó un tanto escaso en cantidad.

* PLATO PRINCIPAL:
- Merluza con salsa yodada de mejillón gallego (escribo los platos de memoria ya que no guardé el menú, por tanto pido disculpas por si cometo alguna omisión en el rebuscado nombre y apellidos de algún plato). Este, junto con el ceviche, fueron los mejores platos de la cena. La merluza estaba en su punto perfecto de cocción y en cuanto al jugo presentaba una textura y un sabor excelente aunque, nuevamente, el fallo principal fue la cantidad. Se trataba de un trozo tan pequeño que de dos bocados te terminabas el plato, por lo que opté por cortarla a trozos pequeñitos para tratar de que aquel maravilloso plato me acompañara durante unos minutos más.
- Milhojas de cordero con salsa de queso Comté y algo más que no recuerdo. Se trataba, nuevamente, de un ridículo trocito de cordero que estaba muy tierno (diría que era lechal) y que se presentaba en su justo punto de cocción pero donde no se notaba por ningún lado la salsa de queso Comté, que por otro lado confieso que es uno de mis quesos preferidos.

* POSTRE:
- Sorbete de Mojito que a modo de pre postre te refrescaba después de la carne y que resultó muy bueno de sabor, haciéndome olvidar un tanto al original mojito del que confieso que no soy un enamorado.
- Crema quemada de vainilla, con manzana y helado de galleta María. Este plato me pareció que estaba a mitad camino entre unas natillas tradicionales y una crema catalana. La verdad es que estaba bastante rico aunque sin llegar a la excelencia ni mucho menos.

Capítulo aparte merece comentar el tema del vino. Su carta de vinos es bastante extensa, con buena representación de la mayor parte de zonas vitivinícolas españolas pero con unos precios bastante subidos que triplican y cuadriplican en algunos casos el precio de venta en bodega. Nos decantamos por uno de los dos vinos tintos que tenían por 15 euros, los más económicos, que se trataba de un vino de Castilla La Mancha pero que el sumiller al decirme que no le quedaba nos lo cambió por un Cune Rioja (creo que del 2011) que nos lo cobró al mismo precio.
Respecto al servicio fue bastante amable, simpático y profesional presentando de viva voz cada plato que aparecía por la mesa, con buen servicio del vino y cambio de vajilla y cubertería hasta en tres ocasiones durante la cena. Ahora, eso sí, Josep Quintana, dueño, chef y alma mater del restaurante en ningún momento salió a sala a departir con los comensales permaneciendo en un lugar visible de la barra donde le daba los últimos toques a los platos antes de su presentación final al comensal.

Por último y como conclusión decir que me pareció un buen restaurante con una propuesta culinaria muy a tener en cuenta pero donde no estaría de más cuidar algunos detalles para buscar la excelencia como son mejorar la comodidad y amplitud de algunas mesas, aumentar las raciones de algunos platos y moderar un poco los precios, sobre todo en la carta de vinos.

Local bien descrito por Aurelio (G.M.) en anterior comentario y a mí también me gustó y me apreció con un plus de elegancia y buen servicio en sala. Tuvimos mejor suerte en las sillas aunque al ir avisado me hubiera cambiado de mesa; por cierto la de los botijos como lámparas es más que curiosa.

De entrada unas palomitas con una superficie de color amoratada curiosa y agradable pero con un peligro y es que manchan dedos que manchan camisas. Iniciamos con una Paulaner a buena temperatura más un Martini blanco y una cerveza de presión. El tema de las rosquilletas me parece excesivo su precio ni más ni menos que cualquier ración de pan. Aceite Puerta de las Villas bajo de amargos y picantes.

De entradas fueron un buñuelo de bacalao muy correcto, una mejor croqueta de arroz al horno con el arroz en el exterior. Ambas con buena presentación.
Morcilla de sepia en su tinta con habitas tiernas, ajitos y emulsión de alioli muy bien de sabor y emplatado.
Queriamos ostras (una por persona) pero después nos avisan que solo quedan dos y siendo lunes da más miedo pero las aceptamos; en realidad es una preparación que incluye sorbete de manzana y enebro con tiras de la misma manzana ácida; muy destacable la base de plato que las sustentan y que está hecha con tapones de corcho de botellas de vino.
El tercer comensal cambia a un gazpacho de tomate y fresa con mejillones (a falta de berberechos y navajas por ser lunes) con laminas d fresones sorbete de albahaca y huevas de mujol y manzana ácida; plato de sobresaliente en todos sus aspectos.

Para principal: dos de steak tartar en una presentación especial con cebolla deshidratada, un helado que hace de huevo con crujiente de tapioca y pan de cristal; una gran presentación pero que acaba escondiendo el objeto fundalmental de la carne que siendo sabrosa se pierde; no se pregunta punto de especiado.
El tercer comensal se decide por un milhojas de cordero con cremosos de brie de Meaux, puré de manzana (será por manzana) y rollos de cecina, con buena presentación en forma de lingote, ración media, con carne melosa, bien cocinada.

Para postres: 2 de tarta de manzana en su interpretación de Quintana con papel de arroz y tiras de manzana ácida presente a lo largo de toda la comida. Muy espectacular pero no para muy fans de la tarta de manzana muy manzana.
El tercero (siempre un discriminado) por la crema de café quemado con sorbete de horchata y granizado de naranja sanguina, que al mezclar todos los acompañantes consigue una mezcla muy buena de sabores.
Rematamos con 2 Tokaj de 3 puttonios pues el Dido 2012 de la comida había sido ya superado.

Local que merece la pena. Cocina que merece la pena con especial reseña de emplatados. Buen servicio en sala. Precio algo elevado que merecería más un 6 que un 5 pero tambien el entorno sería mas de 8 que 8.5. La comida merecería mejor nota sobre todo por el emplatado pero no siempre el ingrediente principal destaca (a veces más, es menos); quizás en arroces o platos menos elaborados alcance mejores sensaciones. Necesitará un segundo asalto.

Fuimos a mediodía (que es cuando nosotros podemos ir al restaurante). Habíamos leído en la prensa que tenían un horario corrido de 12h00 a 01h00 de la mañana, así que llegamos a la 13h30 si complejos. (pero eso del horario es un farol, no dan de comer a esos horarios amplios) Pudimos comer pero obviamente la sala y el personal no estaban preparados: Se veían idas y venidas de gente...Ruidos de golpes...

Pedimos el menu del dia: 25 euros sin bebidas.

2 aperitivos: croquetas muy buenas y una crema sin interés.

El menú, dicho así tal cual por el encargado (del cual no se que opinar finalmente):
Ensaladilla, arroz, pollo o bonito... Sin especificar NADA MAS!!! yo me asuste, ensaladilla y pollo??? Eso parece el menú de un comedor escolar!!!

Resulta que el chico tenia que haber especificado mejor... la pechuga pollo iba rellena de foie y setas por ejemplo...

Pedimos el pollo y el bonito, ya que todo lo demás iba impuesto. Estaba todo excelente, se nota la maestría en cuanto a cocciones y realización. Los sabores y texturas equilibrados. Por ejemplo la ensaladilla que en general odio, estaba buenísima, muy fresco todo, muy sutil. Con el bonito quizás demasiadas mezclas de sabores (berenjenas, queso de cabra, huevas de pescado con wasabi)pero aun asi bastante bueno.

De postre obligatorio y sin informar con antelación (te enteras de lo que es cuando lo dejan en la mesa), un trabajo alrededor del chocolate (brownies, helado, crema etc...) que también era muy bueno.

Tomamos vino tinto a la copa (3 copas), tampoco tuvimos elección pero estaba bien.

Los palos de pan esos: un desastre, muy malos. y 3 euros!!!

Nos salio la comida 70 euros!!! La cocina sobresaliente pero a este precio pienso que nos podrían haber dado mas servicio, también informamos de la procedencia de los ingredientes, el pollo por ejemplo ya podía ser de granja a este precio... y me hubiera parecido un real plus saber que, además de que el cocinero es un gran profesional, lo que comía era de calidad superior.

Para mi falta eso: un poco de sensibilisacion y educación alrededor de los ingredientes. Pollo? de ese criado con hormonas a 4 euros el kilo? Huevos? bien, los de la gallinas criadas en jaulas o huevos de gallinas que viven felices al aire libre? Queso de cabra? si; el de Mercadona o el del productor de los montes cercanos. No es lo mismo. Y más a este precio.

A todo esto, me quedo dubitativa porque no se como valorar la experiencia... Y no se volveré...

Teníamos gran curiosidad por conocer la nueva propuesta de Josep Quintana y para allá que fuimos, hacia el corazón de Valencia, pegadito al Mercado de Colón.

Había pasado varias veces por la puerta caminando y no imaginaba yo esas dimensiones.

Una larga barra con exposición y venta de productos al inicio de la misma da paso a la amplia sala, desahogada, luminosa, decorada con estilo moderno, ecléctico, y mucho acierto. Nos llamaron poderosamente la atención unas grandes lámparas que caían sobre dos mesas que alternaban luces y… botijos. Geniales.

Nos encantó el local, con el molesto "pero" de las incómodas sillas de enea que había en nuestra mesa (cada mesa iba acompañada de unas sillas diferentes).

La carta es reducida. No trabajan con menú degustación (a esto se le llama nadar contra corriente). Para intentar obtener las ventajas de trabajar con él y evitar las desventajas, ofrecen una carta escueta, aunque supongo que la variarán con frecuencia. En el apartado de platos principales, exactamente 6 referencias: 3 carnes, 2 pescados y 1 arroz.

Así que nos hicimos nuestro propio “degus”, todo al centro, una ración de cada cosa para los dos:

Kojak de foie gras y peta zetas
Ensaladilla "Quintana" con sorpresa de mar
Figatell de sepia con pan crujiente, cebolla confitada y pan rustido
Steak Tartar "Quintana"
Solomillo de Bonito con queso de cabra y berenjena a la llama
Milhojas de cordero con cremoso de Brie de Meaux, Manzana y Rollos de Cecina
Crema de almendra con naranja, eneldo, aceite de oliva y sorbete de limón
Cuajada de queso con galleta y helado de fresa a la pimienta rosa

Bien, pues hicimos un amplio recorrido por esa ajustada oferta, cenando satisfactoriamente. Lo cierto es que nos esperábamos "algo más”, el maldito y habitual problema de las expectativas, pero cenamos bien. Toda la cena mantuvo un buen nivel, sin nada destacable para mal ni para muy bien.

Degustamos una cocina mediterránea de autor, con ciertos brochazos imaginativos. Cada plato contenía numerosos infredientes, combinados con criterio, prevaleciendo pese a ello la frescura.

En sala muy buena atención, la mayoría de la cual a nosotros nos la dispensó Fabio, un argentino muy agradable y eficiente.

Vino bien tratado y con interesantes y variadas opciones, con precios contenidos. Tomamos una copita de un blanco navarro que nos encantó, Artazuri 2013, una botella de ese cava infalible llamado Gramona Imperial 2007, una copa de tinto para el cordero, otro infalible, en este caso ribera, Valtravieso 2011, y un tokaj con los postres.

Volveremos este verano a ver cómo han renovado esa carta.

Coincidimos en valoración las cinco personas que cenamos hace una semana.
La decoración del local bastante acertada, pero ni el servicio ni la comida merece regresar. Estuvimos más de media hora esperando y directamente nos trajeron la carta de comida y el vino, sin opción a tomar algo nada más llegar mientras esperábamos todo ese tiempo.
De todo lo que pedimos, que fue para compartir, lo único que nos gustó fueron las CROQUETAS CRUJIENTES DE ARROZ AL HORNO y el COCHINILLO CRUJIENTE.
TABLA DE QUESOS MANGLANO - 5 degustaciones: aceptable, pero nada del otro mundo como para pagar 15 € por ella.
NUESTRO CALAMAR A LA ROMANA CON QUINOA EN SU TINTA Y MAYONESA DE LIMA - una tomadura de pelo. Son calamares a la romana dignos de cualquier bocatería.
FIGATELL DE SEPIA CON PAN CRUJIENTE, CEBOLLA CONFITADA Y JUGO RUSTIDO - Más que a sepia, sabía a hamburguesa de la cantidad de mostaza que llevaba. A ninguno de los comensales les gustó este plato.
Las rosquilletas que sirven junto al saco de pan que ponen estaban muy blandas, y el precio es excesivo, 3 € por dos rosquilletas y cuatro rebanadas de pan.
El vino (Denébola crianza 2010) muy bueno, pero intentaron realizar un servicio de buen restaurante, y no supieron, pues no servían las copas con la frecuencia que se requería, en varias ocasiones continuamos comiendo sin bebida en la copa. Igual hicieron con el agua, al final tuve que pedir que por favor me sirvieran el agua.
De postre nos pedimos Chocolate en texturas, que estaba aceptable y tarta de manzana "Interpretación Quintana" que no era gran cosa.
El precio muy elevado relación calidad y servicio.

Este es el nuevo restaurante de Josep Quintana, la nueva apuesta gastronómica que viene avalada por el nombre de este cocinero catalán que tantas alegrías nos dio en su ya desaparecido restaurante Torrijos, el cual llegó a ostentar una estrella Michelin.
Lo seguimos también en Anerea, donde no tuvimos demasiada suerte con el menú que tomamos, pero en el que ya podíamos ver su mano en muchos platos.
El local está ubicado un poco fuera de circuito, pero en pleno centro de Valencia, pegado a la calle Colón. El local es ahora mismo de los más bonitos de Valencia. Es moderno, amplio, acogedor y cálido. En la entrada hay un pequeño puesto de quesos, verduras y distintos productos, además de una larga barra que logra un ambiente afable y cercano.
La disposición de mesas permite una buena intimidad, poder disfrutar de tu comida y tu compañía sin compartirla con el resto de las mesas (y viceversa).
Como era la primera vez que íbamos optamos por el menú degustación de 35€, un precio algo subido para los tiempos que corren, pero nos gusta dejarnos "guiar" las primeras veces que visitamos un local. El precio no incluye el pan, por lo que hay que añadirle 3€ de una cesta de pan que compartimos.

Croquetas de arroz al horno. Bastante buenas y originales, una buena forma de abrir boca.
Coca de aceituna negra de Aragón, escalibada y capellans. Este es un plato sencillo pero muy rico, equilibrado y con ese juego de sabores más dulces de las verduras y el punto avinagrado dels capellanets.
Pulpo braseado con helado de yogurt griego y tagliatelle de pepino. De lo mejor de la noche, aunque me cuesta un poco mezclar el helado con el pulpo y que éste pierda temperatura. La textura del pulpo, sin duda lo mejor.
Pescadilla al vapor con verduras y salsa romescu. Me gustó al presentación, estilo dim sum, me gustaron las verduras con la apuesta del hinojo y de la pescadilla, un pescado menor que se crece cuando se cocina bien, pero nos amargaron las espinas... En una noche con tan sólo dos mesas, creo que podrían haberse esmerado un poco más en cocina y haber limpiado mejor el pescado. Todos los platos tenían bastantes espinas, lo que ya te hace comer "en guardia" y te deja menos espacio para el disfrute. Una lástima.
Milhojas de cordero con cecina de Astorga. El crujiente de cecina le da sabor al conjunto, el punto del puré de manzana profundidad y se juega con el punto fresco de la rúcula y la textura de los piñones. Original y acertada combinación.
Nos ofrecieron ampliar el menú con una tabla de quesos que compran en el cercano Mercado de Colón a Manglano. Escogimos la opción de dos quesos por 6€ y la verdad es que merece la pena, pues los miman y presentan en perfecto punto de temperatura y servicio.
De postre tomamos el arnadí de la casa, una reinvención de este postre árabe a base de calabaza. Una buena forma de finalizar el menú.

La carta de vinos es bastante interesante, con una selección acertada pero con precios algo subidos. Tomamos un Tantum Ergo a 20€, un precio que contrastaba con el resto de vinos que llevaban un recargo bastante grande sobre el precio de tienda. Las copas son de buena calidad y el servicio es eficiente, profesional y cercano.

El principal problema que le veo a este restaurante es el precio. El menú con los quesos, el vino, un par de cervezas y un poco de agua se fueron a 47€. Un precio algo elevado para los tiempos que corren, aunque supongo que un local en Conde Salvatierra de 300 metros cuadrados no debe ser precisamente barato, amén de la calidad del cocinero y el resto del equipo.

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