¿Cuales son las 3 mejores virtudes de un maitre de restaurante?

116 respuestas
    #10
    Wyllys

    Re: ¿Cuales son las 3 mejores virtudes de un maitre de restaurante?

    En síntesis se podrían resumir según mi punto de vista en
    Profesionalidad
    Observador
    Discreción.
    Lógicamente conllevaria un amplio resumen de cada cualidad......pero sigamos.
    Saludos.

    "Exígete mucho y espera poco, Así te ahorrarás disgustos."

    #11
    Xeftom
    en respuesta a Wyllys

    Re: ¿Cuales son las 3 mejores virtudes de un maitre de restaurante?

    Ver mensaje de Wyllys

    Las tres mejores virtudes para mi son:
    -Don de gentes y simpatia
    -Capacidad resolutiva
    -Profesionalidad

    #12
    Wyllys
    en respuesta a Xeftom

    Re: ¿Cuales son las 3 mejores virtudes de un maitre de restaurante?

    Ver mensaje de Xeftom

    Me parece estupendo tu punto de vista y opinión...tan respetable como cualquier otra, aunque considero (pero solo es mi simple opinión) que tanto la simpatía como la capacidad de resolución espontánea los ubicaria dentro de la profesionalidad.
    Saludos amigo.

    "Exígete mucho y espera poco, Así te ahorrarás disgustos."

    #13
    Josep_Gallego

    Re: ¿Cuales son las 3 mejores virtudes de un maitre de restaurante?

    Salud, dinero y amor si hay que convivir con él/ella

    #15
    RRamos

    Re: ¿Cuales son las 3 mejores virtudes de un maitre de restaurante?

    Yo creo que simplemente se tiene que ser uno mismo, no aparentar lo que uno no es...
    Y la gente lo agradecera, esos que van de sobrados, y no tienen ni puñetera idea de lo que estan hablando, bufff eso es lo peor...

    #16
    astolfi
    en respuesta a jacomur

    Re: ¿Cuales son las 3 mejores virtudes de un maitre de restaurante?

    Ver mensaje de jacomur

    Yo quiero comentar algo que vi acerca de la discreción (porque la profesionalidad, en realidad, lo engloba todo, desde el conocimiento, a sus bueas maneras y esto, ser discreto), lo que desde entonces yo entiendo que es la discreciónen un profesional de la hosteleria.

    En un restaurante donde comía con unos compañeros de trabajo había, en la mesa de enfrente donde yo estaba, en una esquinita, una pareja. Estaban sentados como se sientan las parejas que se aman y que no llevan mucho tiempo juntas, uno al lado del otro, en lados consecutivos de la mesa, no enfrente. Se miraban embobados, cogidos de la mano, como si tuvieran 15 años. Estaban pegados el uno a la otra, por debajo de la mesa sus pies no paraban de hacer un juego de caricias sin fin, como si les fuera la vida en sentirse mutuamente. Como si estuvieran solos en la sala... No eran jóvenes, él al manos pasaba los 45, y ella, preciosa, con su cara linda llena de sonrisa, aparentaba los 30 y pocos.

    El Maitre, que además de Maitre es el dueño y el alma del negocio, tiene la costumbre de charlotear con los comensales, les cuenta cosas de su carta, chascarrillos de su amplia experiencia en el negocio y en la vida (y en el negocio de la vida), y así va, de mesa en mesa, acercándose, riendo, hablando...

    Sin embargo, su comportamiento con esa otra mesa, con aquella pareja, fue radicalmente distinto. Se movía, ejecutaba un baile, diría yo, a su alrededor como si ellos estuvieran dentro de una cúpula de crital de unos cuatro metros de diámetro. Cada vez que necesitaba ir a la mesa (a recoger, a dejar algo, a preguntar cualquier cosa) se paraba unos segundos como a dos metros de ellos (no sólo siendo discreto, sino respetando su intimidad) y cuando estos se daban cuenta de su presencia y le miraban (lo que les costaba, porque no dejaban de mirarse entre sí, no había para ellos nadie más en la sala), como si le dieran permiso, entonces entraba en su círculo, sin hablar apenas, hacía lo que tuviera que hacer, y salía de inmediato de ese espacio que era exclusivamente de ellos.

    Por cierto, que a cuenta de otro hilo, esta pareja sabía de vino, por el modo en que cogían las copas, cómo las agitaban, y lo amaban, por como cerraban los ojos y respiraban al beber, sintiendo la emoción que les llenaba, y como se besaban, descaradamete, con los labios aún mojados en vino, compartiéndolo íntimamente...

    Me conmovieron, me enamoré de ambos, y no los olvidaré nunca. Sé que pensé que había mucho amor en esa mesa, por el vino y entre ellos, y que les deseé en silencio que tuvieran una larga y feliz vida juntos.

    Y a este Maitre, mi respeto infinito.....

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