¿Nos preocupa el origen real de los alimentos?

Expongo la anécdota que me acaeció hace poco.

La situación, un ejercicio práctico de un curso de visual marketing. El ejercicio, la distribución física en los lineales de todo tipo de productos en una tienda de gran superficie.

El caso concreto. Alimentación. Se plantea la posibilidad de establecer como uno de los criterios básicos la separación de las familias según los países de origen.

Entonces es cuando yo planteo un, a mi parecer, gran escollo. ¿Dónde colocamos la gran cantidad de productos con marca de un país pero origen real de otro? Como espárragos de marca española pero de origen chino, por ejemplo. ¿En la sección española o china? El criterio que asumieron todos claramente es que eso no era un problema. Yo insistí entonces que dónde se colocaban. El criterio unánime y como de perogrullo, que en la de origen de la marca.

No me lo podía creer, todos en contra de mi objeción, que para el resto era un pseudoproblema. Tras mi insistencia, ya que parecía que yo sólo era capaz de atascar el ejercicio por un tema tan baladí, apelé a la autoridad de la profesora.

¿Cuál fue su criterio? El mismo del general, que eso esa divagar y no tenía importancia. Yo, cabezón, insistí en que sería engañar al consumidor si poníamos en la sección española, por ejemplo, productos de otro país o incluso continente.

Al final se llegó a molestar todo el mundo conmigo y la profesora zanjó el asunto diciendo que había que suponer que eran productores honestos y que no engañaban. Punto final.

Vamos, que en un grupo de profesionales de la distribución minorista todos tenían claro una cosa, si la marca es española es que el contenido es español y no hay nada más que decir.

¿Qué opináis?