Tintos gallegos, ¿el futuro o la reivindicación de una importante figura?

Ayer por la tarde participé en una interesante cata en latintorería, en la que entraban en juego algunos de los tintos gallegos más interesantes que podemos encontrarnos, vinos todos ellos de baja producción y mucha originalidad, concebidos al margen de las modas reinantes.

Guímaro mencía 2008: vino joven de la bodega, fresco y equilibrado, fácil de beber, frutal y mineral. Rico.

Goliardo Caíño 2007: Limpio y frutal, bien definido, boca algo tosca con un final no muy bien balanceado. Raro de narices. Puede que necesite tiempo.

A torna dos pasás escolma 2007: cambiante en nariz, profundo, con estructura en boca, buena acidez, tanino firme. Buen vino, con peso y originalidad.

Quinta da Muradella Albarello 2007: recuperando una variedad autóctona, fermentado con raspón, vino sin concesiones, con raza, con mucho estilo. Diferente.

El Pecado 2007: necesita mucho aire, pero muestra nobleza y poder. Boca de gran equilibrio y prestancia. Mineral. Vino serio.

Lacima 2006: quizá el menos original de todos pero desde luego un buen producto. Más parecido a las mencías "top" del Bierzo.

El Pecado 2005: más asentado que 2007 nos muestra su mineralidad y su raza. Un vino singular con un paso por boca redondo y finamente tánico.

A Trabe 2005: me faltó tiempo para evaluarlo mejor, pero mostraba una enorme profundidad frutal y mineral y un paso por boca con cuerpo, ligereza y persistencia, un gran vino sin duda.

Gorvía 2003: muy buena evolución la de este vino, se notaba algo más la añada, pero me pareció muy bien resuelta. De nuevo desbordante personalidad.

Después se sirvió junto con unos productos gallegos para picar un mágnum de Goliardo Espadeiro 2007, que me gustó mucho más que el Caíño, más vino, más estructurado, con más prestancia.

Se comentó después de la cata si aquí está el futuro del vino tinto en España, yo pienso que es algo complicado y relativo porque el futuro depende del consumidor y aquí hablamos de vinos de muy baja producción, caros o bastante caros en su mayoría y con un estilo muy al margen de los cánones reinantes, eso sí, muchos de ellos quizá por las notas de Miller o por su escasez se han convertido en objetos de deseo. Ante todo lo que pienso es que con estos vinos se reivindica una figura de capital importancia en el vino como es la figura del "vigneron", esa persona que imprime su carácter a sus vinos, que los acompaña desde la tierra hasta el embotellado. Esta figura, que tanta y tanta grandeza ha dado en Italia o en Francia, es la que poco a poco debe ir asentándose en España para que vayamos produciendo vinos con personalidad, que al fin y al cabo es lo que nos debe distinguir de los productos industriales que vienen del nuevo mundo y ante los cuales no podemos competir.

Estos tintos son un paso adelante en ello y seguro que irán llegando más. Ahora solo hace falta que la gente los conozca y los consuma. Y no es poco…